Centroamérica unida ante México

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Centroamérica procurará esta semana darle un nuevo impulso a sus relaciones con México, al presentarse con una agenda conjunta, aunque en materia comercial Costa Rica no está dispuesta a renunciar a la ventaja que lleva respecto al resto del istmo.

Si bien el segundo encuentro de mandatarios tiene el propósito de impulsar una negociación conjunta del área con la vecina nación, como se pretendió hace cinco años en la ciudad chiapaneca de Tuxtla Gutiérrez, esta vez se pretende llevarlo a la práctica.

El espíritu de esa primera reunión era que Centroamérica negociara como región. Sin embargo, eso solo quedó en el papel porque finalmente todo adquirió un rumbo bilateral.

Ese es el principal motivo de que, en esta ocasión, aunque se pretenda enmendar el error, el tema comercial no pueda ser tratado como región.

De las negociaciones bilaterales posteriores a Tuxtla Gutiérrez surgió para Costa Rica un Tratado de Libre Comercio (TLC) con México, que ya tiene un año de vigencia. El Gobierno no está dispuesto a dar marcha atrás en esto, mucho menos a revisar este TLC, como trascendió en algunos despachos noticiosos internacionales.

El tema comercial, en este nuevo encuentro, no tiene trascendencia para el país. En cambio, el resto del istmo procurará reactivar negociaciones que quedaron suspendidas -el caso de Honduras, El Salvador y Guatemala-, iniciarlas -para Panamá- o dar un impulso para finiquitarlas -Nicaragua-.

En el campo político y en otras áreas sí presentará Centroamérica una sola propuesta. Dicha agenda surge en el marco de la Alianza para el Desarrollo Sostenible, firmada en setiembre de 1994, que opera como un de plan de gobierno del istmo y rige sus relaciones con el resto del mundo.

Otro escenario

Si bien algunos sectores han calificado la reunión de Tuxtla Gutiérrez I como un fracaso, por cuanto su espíritu no se cumplió, otros consideran que ese encuentro tuvo un papel importante para el momento en que se realizó.

Estos mismos aseguran que las circunstancias actuales son muy distintas y que el segundo cónclave tiene un nuevo papel.

La Centroamérica de hoy respecto a la que acudió a Tuxtla I es otra: hay nuevos presidentes en Guatemala, Honduras, El Salvador y Costa Rica; Belice y Panamá se incorporan; los regímenes políticos están más estables; la guerra salvadoreña acabó y las economías están en proceso de ajuste y repuntando.

Ni siquiera Tuxtla Gutiérrez, capital de Chiapas, es la misma. Esta tierra, fronteriza con el istmo centroamericano, fue el detonante de una aguda crisis social que se extendió luego al plano político azteca.

Esas también son causas que hacen que para este nuevo encuentro México tampoco sea el mismo. Además, las nuevas autoridades luchan y centran su actividad en sacar adelante su economía después de una fuerte sacudida el año pasado.

La existencia de un tratado comercial en América del Norte, del cual México es parte; un nuevo orden comercial surgido al concluir la Ronda Uruguay y la voluntad manifiesta de todo el hemisferio de llegar a una zona de libre comercio en el continente para el 2005 son también parte del nuevo escenario.

Tuxtla I: ¿un fracaso?

Un documento valorativo de Tuxtla I, que circuló la semana pasada en San Salvador en una reunión preparatoria, califica muy duramente al encuentro de enero de 1991. Establece, en términos generales, un fracaso en la implementación de sus acuerdos, de manera que la nueva reunión de Tuxtla II debe superar esos escollos.

De ese encuentro de mandatarios surgieron dos documentos bases: un acuerdo de complementación económica entre México y Centroamérica y un acuerdo general de cooperación.

El primero estableció siete programas: liberalización comercial, cooperación financiera, desarrollo de la oferta exportable, fomento de las inversiones, cooperación en el sector primario, abastecimiento energético y cooperación técnica.

El pilar del programa comercial era la creación de una zona de libre comercio entre los países miembros a más tardar en diciembre de 1996.

En aras de cumplir este punto, en agosto de 1992 se realizó la primera reunión ministerial y se establecieron tres foros de negociación: uno de Costa Rica con México; otro de Nicaragua, y un tercero de Guatemala, Honduras y El Salvador con la vecina nación.

Si bien el espíritu inicial era una negociación regional, el portillo quedó abierto para un trato bilateral.

Así surgió el TLC de Costa Rica, que comenzó en enero de 1995. Además, el tratado de Nicaragua está avanzado en un 95 por ciento, según Melvin Sáenz, jefe de Política Exterior de la Cancillería. La negociación del denominado "triángulo del norte" (Honduras, El Salvador y Guatemala) se suspendió en julio de 1994 y se empantanó más con la crisis mexicana.

Del acuerdo de cooperación se han desprendido entre 1989 y 1995 3.639 acciones de cooperación, la mayoría binacionales. Un 48 por ciento de estas acciones se ubica en el área técnico-científica, un 42 por ciento en el educativo-cultural y un 10 por ciento en lo económico.

Con esto, México se convierte en el tercer colaborador más importante, después de la Unión Europea y Estados Unidos.

Esa ayuda, según Sáenz, es difícil de cuantificar y al abarcar tantos planes ha tenido un impacto importante, pero diluido.

Un proceso

Para Sáenz, las dos reuniones no pueden verse separadas, sino que son parte de un proceso, con etapas y escenarios distintos.

Tuxtla I -opinó- quiso dar un primer paso hacia un enfoque regional, pero eso era difícil por las diferencias políticas y económicas del momento, además de que las instituciones de la integración estaban paralizadas.

En su criterio, el acuerdo de complementación económica dejó abierto el portillo bilateral porque en la práctica resultaba difícil caminar juntos hacia una zona de libre comercio.

"El tema comercial no fue un fracaso en Tuxtla I, aunque sí se incumplió el plazo fijado", admitió.

Un campo de avance es la reestructuración de $1.199 millones de deuda que mantenía Centroamérica con México. De esa suma, $116 millones corresponden a Costa Rica y está al día.

En Tuxtla I se planteó, además, un mejor uso de los recursos facilitados mediante el Pacto de San José, firmado en 1980. Este es un tratado entre Centroamérica, Venezuela y México que garantiza el abastecimiento del crudo; además un 20 por ciento de la factura se destina a obras de infraestructura y energía.

El istmo logró que los recursos mexicanos se llevaran al Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).

Sáenz califica esto como un logro, además de que México se convirtió en el primer socio extrarregional del BCIE.

Los fondos totales dados por México, incluyendo el 20 por ciento de la factura petrolera, ascienden a $122 millones y ese país ha abierto líneas de crédito por $240 millones. Sin embargo, el problema de estos recursos es que tienen una tasa de interés muy alta; de hecho, desde 1989 Costa Rica no los utiliza.

No fue posible conversar con Carlos Espinach, director para Costa Rica del BCIE, para conocer la tasa de interés de esos recursos.

La nueva agenda

La reunión de Tuxtla II se gestó en noviembre de 1994, cuando el recién elegido presidente mexicano, Ernesto Zedillo, visitó el país y se reunió con el mandatario costarricense, José María Figueres.

Esta reunión tiene como agenda base la Alianza para el Desarrollo Sostenible y -por tanto- un marcado acento regional. Además, pretende no enfatizar tanto en el tema comercial, como ocurrió en Tuxtla I.

Si bien Centroamérica pretende que se reconozcan sus avances en materia política y económica, también quiere que se mantenga el principio de asimetría, con el cual México reconoce el menor desarrollo relativo y debe dar concesiones especiales.

Otro objetivo es que la cooperación mexicana esté más concentrada y abarque pocos proyectos, según las prioridades regionales definidas en la Alianza.

"La idea de Tuxtla II es que se convierta en el escenario para crear una asociación privilegida entre México y Centroamérica, que permita una relación respetuosa en lo político, de mutuo beneficio en lo económico y hacer uso de la cooperación para el desarrollo de la región", resumió Sáenz.

De hecho, política, economía y cooperación son los tres pilares de este nuevo encuentro.

En materia política, hay un énfasis en la cooperación jurídica, que incluye el combate a la delincuencia común, el narcotráfico, el tráfico de armas y el robo de vehículos.

También interesa fortalecer el intercambio de información para atacar las causas de las migraciones y otro es el tema de los refugiados.

En cuanto a lo económico, "la relación de Costa Rica con México en lo comercial no pasa por Tuxtla II", puntualizó Sáenz.

De igual forma, el ministro de Comercio Exterior, José Rossi, indicó que la propuesta regional en esta materia es que se avance hacia negociaciones que lleven a un tratado de comercio e inversión entre el istmo y México, sin perjuicio del TLC.

Amparo Pacheco, negociadora de Comercio Exterior, consideró que Costa Rica aprovechará para tener un encuentro con los técnicos mexicanos y evaluar el TLC; descartó que haya intención de hacer algún cambio drástico.

Para el resto de Centroamérica, Tuxtla II implica retomar o impulsar procesos de negociación.

"Costa Rica aspira a que en un futuro los acuerdos de los otros países coincidan en una zona de libre comercio del istmo y de este a todo el hemisferio", externó la negociadora.

En el terreno económico también se procura avanzar en materia de inversiones con programas que fomenten las exportaciones del istmo y que fortalezcan las inversiones conjuntas. Es probable que se establezca un fondo para ese fin.

En cuanto al Pacto de San José, dijo Sáenz, existe una apertura de los mexicanos para que el sector privado tenga acceso a los fondos en el BCIE y que también puedan usarse esos recursos en planes de desarrollo sostenible. Además, interesa reducir el costo de ese dinero.

En materia de cooperación, el énfasis está en pocos proyectos con un impacto regional: lucha contra la pobreza, fomento de la pequeña y mediana empresas, educación vía satélite, control y prevención de enfermedades, desarrollo turístico, turismo ecológico y promoción del patrimonio cultural. El propósito es también crear un fondo en el BCIE.

Todo esto quedaría finiquitado en una declaración conjunta con un plan de acción y tareas en las tres grandes áreas, que firmarán los ocho mandatarios el viernes próximo.

Nuevo encuentro

¿Qué es?

Una reunión en la que participan los presidentes de Centroamérica y México: José María Figueres, de Costa Rica; Armando Calderón Sol, de El Salvador; Alvaro Arzú, de Guatemala; Carlos Roberto Reina, de Honduras; Ernesto Zedillo, de México; Violeta Chamorro, de Nicaragua; Ernesto Pérez Balladares, de Panamá. Además, el primer ministro de Belice, Manuel Esquivel.

¿Por qué le dicen Tuxtla II?

Porque es el primer encuentro de los máximos representantes de esos países se produjo en enero de 1991 en Tuxtla Gutiérrez, capital del estado de Chiapas, México.

¿Cuándo se realizará?

Mañana comienzan las reuniones de las delegaciones técnicas; el miércoles se reúnen los cancilleres de los respectivos países y el encuentro de gobernantes será el jueves y viernes. La sede es el hotel Herradura.

La experiencia costarricense

El Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Costa Rica y México es uno de los principales resultados de la reunión presidencial de enero de 1991 en Tuxtla Gutiérrez, estado de Chiapas.

Sin embargo, el TLC que comenzó en enero de 1995 no ha rendido aún los frutos esperados, según reconocen las autoridades del Ministerio de Comercio Exterior.

El intercambio comercial entre los dos país no ha llevado una tendencia clara. Unos años sube, otros baja.

Así, en 1992, Costa Rica importó $122,8 millones, lo que representa un 5 por ciento del total de compras en el extranjero; nuestras exportaciones a México representaron $17,5 millones, ni siquiera un 1 por ciento del total.

En 1993 se importó $115,6 millones (3,9 por ciento del total) y se exportó $62,9 millones (2,3 por ciento del total). En 1994 las importaciones representaron $136,7 millones (4,4 por ciento) y las ventas $23,9 millones (0,8 por ciento); el año pasado se trajo de México mercadería por un valor de $104,7 millones y se exportó $14,6 millones.

La devaluación del peso mexicano y la consiguiente crisis -hechos que coincidieron con la entrada en vigencia del TLC- son los factores que han impedido una mejor evolución en las relaciones comerciales.

En cuanto a las inversiones, si bien no existen registros de ingresos de capitales directos al país procedentes de México, la presencia de los empresarios aztecas es notoria.

La adquisición, por parte de Bimbo, de la división de panes de Cinta Azul; la compra por el grupo Gruma de las panificadoras Ro-Ca, Camacho, Arro-Rico y Schmidt; la alianza entre helados Holanda y Monpik, así como el nexo entre Vitromex con la industria nacional Trav-o-matic, son ejemplos claros.

Según Amparo Pacheco, negociadora del Ministerio de Comercio Exterior, muchas oportunidades de empresarios costarricenses allá se cayeron con la devaluación y la crisis.

Existe un estudio de la Cámara de Comercio que asegura que hay un fuerte potencial para los ticos en ese país.

Con el tratado comercial de América del Norte, indicó Pacheco, el empresario mexicano se ha volcado hacia Estados Unidos; entonces, en el mercado azteca han quedado vacíos que podrían llenar empresarios costarricenses.

Pacheco es enfática en que no se debe temer al TLC. "Si el 75 por ciento de nuestras exportaciones va a países desarrollados en Europa y Estados Unidos con base en las preferencias comerciales que existen, por qué hay que temerle a México", puntualizó.