Pobreza está detrás de los roces en golfo de Fonseca

Los pescadores de Honduras se la juegan incursionando en territorios ajenos

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Amapala, Honduras. AFP. Miguel Ángel Flores, un pescador hondureño del puerto de Amapala, en el golfo de Fonseca, confiesa que a menudo se ve obligado por el hambre a cruzar los límites marítimos para lanzar su atarraya en aguas nicaraguenses, aunque esto implique riesgos para él y origine conflictos internacionales.

“Si a veces uno se mete a Nicaragua es por la necesidad, porque del lado de Honduras no se halla nada, viene uno sin nada, solo con el gasto”, dice este hombre de 37 años mientras exhibe algunos de los peces plateados que trajo producto de su última faena en el mar.

Fernando Vásquez, de 51 años, sabe de esos riesgos porque los ha vivido en carne propia.

“Desde que me quitaron tres lanchas ya tengo miedo de entrar a Nicaragua”, reconoce Vásquez, quien tuvo que pagar $300 para recuperar dos de las embarcaciones, mientras que la tercera la dejó perder por falta de dinero.

“El esfuerzo de toda la vida se puede perder en un día”, medita este pescador mientras reposa en una hamaca en el corredor de su casa, una construcción de concreto sin pintura y techo de tejas.

Pobreza a orillas del mar. La pobreza extrema en que viven algunos de los 50.000 pescadores hondureños distribuidos en unas 30 comunidades en la costa del golfo de Fonseca, cuyas aguas comparten Honduras, Nicaragua y El Salvador, es lo que les empuja a penetrar en territorio marítimo de los otros dos países, lo que causa tensiones internacionales , constató la AFP.

Flores y Vásquez estimaron que gastan unos $30 en combustible por cada viaje y, cuando les va bien, pescan el equivalente a $150. Para lograrlo no hay más remedio que meterse en aguas nicaraguenses.

“Los peces se van a las aguas profundas y frías de Nicaragua porque en Honduras son de poca profundidad y calientes”, admitió un oficial de la Fuerza Naval destacado en Amapala, quien pidió el anonimato.

Amapala, municipio del departamento de Valle, es la principal población de la isla del Tigre.

A principios del siglo XX fue un floreciente puerto; ahora es un paraíso natural al pie de una elevada montaña cónica con poca vegetación, donde habitan unas 12.000 personas, en su mayoría dedicadas a la pesca.

Aguas de fricción. Los recursos pesqueros del golfo de Fonseca, una extensión de 3.200 km² en el Pacífico, se han convertido en motivo de tensiones entre Honduras, Nicaragua y El Salvador, que se acusan de incursiones ilegales en sus aguas.

El presidente hondureño, Porfirio Lobo, denunció recientemente que “Nicaragua tiene ubicado un barco artillado” en la zona, y dijo esperar no tener que “levantar los (aviones) F-5 para que abran el paso” en el golfo.

Los tres países han emplazado patrulleras. A la izquierda de Amapala, una embarcación hondureña con 12 hombres a bordo permanece anclada y al otro lado se avista una patrullera nicaraguense en las mismas condiciones.

A lado derecho, tres naves montan guardia por el lado salvadoreño, mientras una lancha rápida hondureña, artillada y con cinco militares, navega a media milla (casi un kilómetro) de distancia.

La Corte de La Haya dirimió en setiembre de 1992 un añejo diferendo entre Honduras y El Salvador sobre 446,5 km² de territorio fronterizo e islas e islotes en el Pacífico, pero los conflictos siguen y, según Tegucigalpa, El Salvador y Nicaragua están de acuerdo en impedirle ejercer sus derechos en el mar .