Obama se queda con el noreste; Romney con el sur

Virginia, Ohio y Florida se mantienen a la expectativa

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Washington, EE. UU. (AP). El presidente Barack Obama ganó los estados del noreste del país, que son fieles votantes demócratas, mientras que el republicano Mitt Romney aseguró el respaldo de su base conservadora el martes por la noche, en un cerrado y tenso duelo por la Casa Blanca a la sombra de una débil economía y un alto desempleo.

Los estados clave para la victoria y que son disputados por ambos candidatos, entre ellos Virginia, Ohio y Florida, se encontraban a la expectativa. En los puestos de votación se veían largas colas en muchos lugares, poco después de la hora prevista para el cierre de urnas.

Con el 19% de los distritos electorales escrutados, Romney ganaba el voto popular con 17,9 millones de sufragios o el 50%, frente a los 17,2 millones de votantes para Obama que corresponden al 48%.

Romney también mantenía una temprana ventaja en la votación del colegio electoral, con 153 contra 123. Se necesitan 270 votos electorales para obtener la victoria.

Sin embargo, el candidato republicano fue derrotado en Michigan, su estado natal, y en Massachusetts, donde se desempeñó como gobernador durante un periodo.

La economía fue considerada el tema principal por aproximadamente el 60% de los votantes que respondieron a una encuesta a boca de urna. Alrededor de cuatro de cada 10 dijeron que la situación económica se está corrigiendo.

Más de la mitad opinó que la economía sigue igual de mal o se encuentra peor. Pero una proporción significativa consideró que el ex presidente George W. Bush es más responsable que Obama por esta situación. La encuesta fue realizada a pedido de The Associated Press y de un grupo de cadenas de televisión.

Cuando las casillas electorales aún estaban abiertas en gran parte del país, los dos rivales ya reclamaban algunas de las partes menos codiciadas del botín electoral, en un año en que la golpeada economía ha frustrado muchos sueños de la clase media estadounidense.

Obama ganó los estados de Nueva York, Nueva Jersey, Connecticut, Rhode Island, Vermont, Maine, Massachusetts, Delaware, Maryland, el Distrito de Columbia, Illinois, Michigan.

Romney logró la victoria en Texas, Georgia, Tenesí, Carolina del Sur, Oklahoma, Kentucky, Virginia Occidental, Kansas, Nebraska, las Dakotas, Wyoming, Arkansas, Mississipi y Luisiana. También ganó Indiana, un estado que Obama se llevó en 2008.

Los votantes elegían también un nuevo Congreso, que apoyará o se opondrá al mandatario que rinda juramento en enero. Los demócratas buscaban defender su mayoría en el Senado y los republicanos querían seguir dominando la Cámara de Representantes.

Once estados elegían gobernadores, en una jornada en que se sometían también a votación numerosas propuestas sobre tópicos que iban del matrimonio gay a las apuestas.

El costo de la larga campaña alcanzó los miles de millones de dólares, muchos erogados en duras críticas hacia los respectivos adversarios de los candidatos.

En la contienda por la presidencia, se difundieron aproximadamente un millón de anuncios en nueve estados sin preferencias claras por algún partido y donde se espera que se definan los comicios: Ohio, Nueva Hampshire, Virginia, Florida, Carolina del Norte, Wisconsin, Iowa, Colorado y Nevada. Esos estados representan 110 de los anhelados 270 votos electorales y fueron el destino de numerosas visitas por parte de Obama, de 51 años, y Romney, de 65.

Durante la guerra de anuncios, que costó casi $1.000 millones, Romney y los republicanos erogaron más de 550 millones, mientras que Obama y sus aliados desembolsaron 381 millones, de acuerdo con organizaciones que dan seguimiento a esa información.

Romney decidió viajar a Ohio y Pensilvania en el mismo día de los comicios, y se mostró confiado mientras volvía a su casa en Massachusetts para esperar los resultados.

“Peleamos hasta el final y creo que por eso tendremos éxito”, dijo, antes de afirmar que terminó ya de escribir el discurso con el que piensa proclamarse victorioso.

Obama hizo llamadas telefónicas en las que invitaba a los ciudadanos a votar por él, desde una oficina de campaña en Chicago, la ciudad donde vivió mucho tiempo y donde hizo buena parte de su carrera política. Incluso se dio tiempo de jugar un partido de basquetbol con un grupo de amigos, como lo hizo durante los pasados comicios.

Tuvo también palabras elogiosas para su rival.

“Quiero decir al gobernador Romney: 'Felicidades por una animada campaña'. Sé que sus simpatizantes están igual de entusiasmados y comprometidos, y que trabajan igual de duro hoy” , dijo Obama.

Romney, a su vez, congratuló al presidente por realizar una “ campaña fuerte ” .

De acuerdo con la encuesta a boca de urna, un 52% de los votantes considera que Obama es más cercano al ciudadano común, frente a 44% que opinó eso de Romney.

Cerca del 60% opinó que los impuestos deberían aumentar, uno de los temas que más dividieron al presidente y a Romney. El presidente quiere elevar los impuestos a la gente de mayores ingresos, algo a lo que se opone Romney.

A diferencia de los estados indecisos y cruciales, otros fueron prácticamente ignorados en los últimos meses de la campaña. Romney hizo a un lado los actos de campaña en Nueva York, Illinois y California, mientras que Obama no hizo muchos esfuerzos por ganarse al electorado en Texas, buena parte del sur del país o la región de las Montañas Rocallosas, salvo por Colorado.

Estaban en disputa 33 escaños senatoriales, de los que 23 están en manos de los demócratas.

El Partido Republicano necesitaba ocupar tres asientos más para tener la mayoría si Romney triunfa, y cuatro si Obama consigue la reelección.

Ni el líder de la mayoría senatorial Harry Reid ni el dirigente de la bancada republicana Mitch McConnell buscaban la reelección en estos comicios, pero ambos se jugaban parte importante de su futuro con el resultado.

Los 35 escaños de la Cámara de Representantes estaban en juego, incluidos cinco en que se enfrentaban dos miembros actuales del Congreso, como resultado del cambio en el trazo de los distritos, que se realiza una vez cada 10 años para tomar en cuenta los cambios poblacionales referidos por el censo.

Los demócratas necesitaban 25 asientos más que los cosechados en los comicios anteriores para recuperar la mayoría que perdieron hace dos años.

El líder de la cámara baja, John A. Boehner, recaudó millones de dólares para financiar operaciones proselitistas en estados donde no hubo una campaña tan intensa por la presidencia, incluidos Nueva York, Illinois y California. Su meta era reducir al mínimo posible cualquier pérdida o incluso ganar terreno, sin importar el resultado de Romney.

La dirigente de los demócratas en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, realizó también actos decididos de campaña, y enfrentaba un futuro político incierto si su partido no lograba la mayoría.