Inesita tiene claro que nunca es tarde para emprender. Esta colombiana de 88 años, una edad que supera por bastante la esperanza de vida de su país (74 años) y que pocos alcanzan, decidió montar su propio negocio a comienzos del 2022, y tras volverse popular en un video en las redes sociales, hoy deleita a cientos de personas con sus productos.
Inesita fabrica artesanalmente frascos de aliños a base de cilantro, perejil, pimentón, cebolla, ajo y aceite, y elabora especias súper concentradas para condimentar y resaltar los sabores de cualquier comida.
La emprendedora nació en San Cristóbal, un corregimiento de Medellín, en 1935. Fue educada bajo el rigor y la disciplina de aquellos años. Llegó solo hasta quinto de primaria antes de dejar la escuela para ayudarles a sus padres con los quehaceres de la casa y las labores del campo.
A los 20 años se casó, se fue a vivir con su esposo y desde entonces comenzó a deslumbrar con su sazón. Nunca estudió cocina ni leyó un libro de artes culinarias, todo lo aprendió a base de ver a su mamá y de practicar ella misma. La experiencia no se improvisa. “Aprendí a cocinar sola y a todos mis hijos y nietos les gustó siempre”, dijo Inesita.
Tuvo nueve hijos, de los cuales tres murieron, y 16 nietos. A todos los ha deleitado por años con su comida. Pero fue a principios del 2022 cuando su nieta Andrea Arias, de 28 años, pensó en que el talento de su abuelita debía extenderse a muchas partes del país.
“Mi abuelita les daba de sus aliños y salsas a los vecinos y a todos les encantaba. Entonces, pensé en que todos deberían poder probarlo y así de paso ella invertía su tiempo en eso”, comentó Andrea. Ella le propuso la idea a Inesita y comenzaron con el emprendimiento.
La octogenaria se levanta todos los días a las 5 a. m. y junto con una de sus hijas —que vive con ella y la cuida— comienzan a trabajar en los aliños. Todo es totalmente manual. Inesita, con sus delicadas y experimentadas manos, pica uno por uno los ingredientes que ella misma seleccionó el día anterior en la plaza de mercado.
La cebolla larga y cabezona, el pimentón verde o el rojo (dependiendo si el aliño será verde o rojo), el cilantro y el perejil, bien frescos, y el ajo. Cuchillo va y viene, de izquierda a derecha, de arriba a abajo, hasta que todo queda picado en cubos. Luego, los ingredientes se licúan con aceite vegetal, vinagre, un golpecito de sal y el toque secreto de Inseita. “Ese trabajo manual de Ita (Inesita) es la propuesta de valor del negocio”, indicó Andrea.
El amor mejora el sabor
Inesita, así como por décadas cocinó con amor para sus hijos y nietos, prepara cada frasco de aliño y cada bolsa de especias con mucho cariño. “Por eso son tan ricos”, agregó ella. Y luego de licuarlos, los empacan en unos frascos de vidrio de 300 mililitros de capacidad. Estos frascos fueron diseñados por Andrea, quién es productora audiovisual, y llevan el logo del emprendimiento, que es la carita sonriente de Inesita; y el nombre del mismo: Aliños Inesita.
Se cubren con una tela, una tapa de metal y se envían a los clientes que solicitaron previamente por las redes sociales el producto. Actualmente Inesita solo produce bajo pedido, pues la otra parte de la propuesta de valor es que el aliño debe llegar lo más fresco posible al destino.
“Estamos vendiendo en cinco ciudades, por ahora, porque solo a esas tenemos la seguridad de que el producto llegará al usuario al día siguiente o en menos de 24 horas, para que pueda ser refrigerado y así dure lo suficiente para que lo consuman en todas sus comidas”, explicó Andrea.
Los aliños son de dos tipos, mencionó Inesita. El verde se hace con pimentón verde y el rojo se hace con pimentón rojo. Y se les puede poner a todo tipo de comidas saladas y durante cualquier momento de la cocción, incluso en crudo.
“Eso se puede comer con todo lo que quiera. Se lo puede poner al arroz cuando lo cocine o cuando lo sirva. Se lo echa a los frijoles y quedan más ricos. A la carne por encima también le sirve. Se puede comer con todo”, explicó Inesita sobre su creación, con mucha emoción, y así mismo lo vende en sus redes sociales. Además de los aliños, Inesita también está produciendo paquetes de especias concentradas. Vende ajo, cebolla, pimienta, paprica ahumada y demás especias en polvo.
Ella misma las pone a deshidratar al sol y las muele a mano en un crisol en el patio de su casa en las montañas de San Cristóbal. A la semana producen unos 25 frascos de aliños y de a diez bolsas de cada especia. El proceso es al ritmo de Inesita. Por su edad todo lo hace con calma, no corre con nada y cada paso lo hace pensando muy bien. Pero eso también es clave en su sabor y su éxito. Los platos con más sabor se cocinan a fuego lento, y eso aplica también para el proceso que tiene Inesita con sus creaciones.
El éxito en las redes sociales y el futuro de Inesita
Inesita está triunfando casi desde el principio de su carrera como emprendedora. A su nieta Andrea se le ocurrió, al poco tiempo de empezar con los aliños, grabar un vídeo de su abuelita promocionando sus productos. Y a la gente le encantó y se hizo viral.
Al día siguiente tenían cientos de pedidos. Los internautas estaban ansiosos de comprar lo que vendía Inesita. No a todos pudieron llegar, pues les es difícil enviar el producto a ciertos lugares, pero muchos otros sí pudieron comprar los frascos de aliño y se convirtieron en clientes fijos.
Y con lo ganado invirtieron en más frascos, en las etiquetas de sus productos y en más ingredientes. Además, la gente también ayudó a Inesita. Un cliente que era diseñador gráfico les mejoró la parte visual y luego que Inesita abrió sus propias redes sociales muchas más personas colaboraron compartiendo sus videos y comprando también para compartir con otros, generando el crecimiento de este emprendimiento.
A futuro, Inesita espera tener un punto de venta físico en Medellín y su nieta Andrea está estudiando cómo pueden hacer para que los productos de su “Ita” puedan ser llevados a más ciudades del país y hasta al exterior, pero sin industrializarlos ni que pierdan su valor: el cariño de Inesita.
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