Kirguistán se halla al borde de guerra civil por violencia étnica

Choques entre kirguisos y uzbekos dejan 104 muertos y miles de refugiados

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Biskek. AFP. Kirguistán extendió ayer las medidas de emergencia y ordenó a sus fuerzas disparar a discreción para mitigar la violencia étnica que deja 104 muertos y obliga a huir a decenas de miles de personas de este estratégico país de Asia Central que se halla al borde de la guerra civil.

La gravedad de la situación, llevó a que el presidente ruso Dimitri Medvedev pidiera que se restablezca el orden lo antes posible y que se ponga fin al conflicto mientras la embajada de EE. UU., país que dispone de una base aérea en Kirguistán, reiteró ayer su “gran preocupación”.

Unos 32.000 refugiados ingresaron en la nación vecina de Uzbekistán, la mayoría acompañados por niños que no pudieron contabilizar las autoridades uzbekas, declaró un responsable del Ministerio uzbeko de Situaciones de Emergencia, Abror Kossimov.

Un policía uzbeko en el puesto fronterizo de Iorkishlok indicó que 125.000 personas siguen huyendo de las peleas entre kirguisos y la minoría uzbeka del sur de Kirguistán.

En Biskek, capital del país, el Ministerio de Defensa anunció la movilización del Ejército autorizado disparar a discreción, con tal de controlar la escalada de tensión en esta antigua república soviética.

Los enfrentamientos entre kirguises y la minoría uzbeka (representan 15 y 20% de la población de Kirguistán) son cada vez más intensos. El último balance provisional es de 104 muertos y más de 1.200 heridos.

El Gobierno decretó toque de queda de 24 horas en Osh, segunda ciudad del país y distritos vecinos.

El estado de emergencia también se decretó en la región vecina de Djalal-Abad, bastión del presidente depuesto en abril Kurmanbek Bakiyev, en donde las violencias estallaron el sábado.

En la ciudad de Djalal-Abad se registraron ayer intensos tiroteos y numerosos incendios, según los testimonios y los relatos de la prensa local, pero la situación se estabilizó al llegar la noche, indicó, por su parte, el gobernador de la región, Bektur Assanov.

El gobierno de transición atribuye la escalada de las tensiones a un acto de venganza del derrocado presidente, Kurmanbek Bakiyev, quien, sin embargo, rechazó las acusaciones del Gobierno.

Diferencias. Históricamente, las relaciones entre la minoría uzbeka y los kirguisos han sido tensas, sobre todo por las disparidades económicas que enojan a los uzbekos.

La disputa entre kirguisos y uzbekos gira, entre otras cosas, en torno a territorios y poder. Los uzbekos, como etnia mayoritaria en el valle de Fergana exigen (como ya hacían durante la era soviética) que su idioma también sea oficial. El Gobierno en Biskek teme que a tales exigencias les sigan afanes de mayor autonomía y que otros grupos (como los tayikos) también reclamen más derechos que podrían fragmentar todo el país.

Varios observadores hablan de una catástrofe humanitaria equivalente a una situación de guerra.

Ayer, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se declaró alarmado por la gravedad de los enfrentamientos, al tiempo que pidió una respuesta internacional coordinada a la crisis.

Rusia, que también utiliza para sus fuerzas una base militar situada en esa nación, envió 150 paracaidistas que llegaron ayer a reforzar la seguridad de instalaciones y personal militar ruso.

Estos son los peores enfrentamientos desde la revolución en abril (hubo 87 muertos) que derrocó al presidente Bakiyev. Los hechos se producen a dos semanas del referendo sobre la nueva Constitución, previsto para el 27 de junio.