Roma. AFP. El joyero italiano Claudio Franchi no pierde la esperanza de que el anillo papal que confeccionó hace casi ocho años para Benedicto XVI, se conserve pese a la tradición, que establece su destrucción el 28 de febrero, último día del pontificado de Joseph Ratzinger.
“Espero que el anillo lo guarden y luego lo expongan. Es una joya con una carga simbólica tal”, afirmó Franchi, orfebre de la joya en oro macizo que el Papa lleva desde el 2005.
El anillo de Pescador, que se entrega en una ceremonia oficial al inicio del pontificado, es el emblema del apóstol Pedro y suele ser destruido tras la muerte del Pontífice, en una ceremonia solemne, por el cardenal “camarlengo”, quien es el encargado de destruir con un martillo el anillo papal, junto con el sello oficial de plata del Pontífice. Estos actos simbolizan el final de la autoridad del Papa.
“Será destruido, probablemente despedazado”, explicó el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, pocos días después de la histórica renuncia papal.
Debido a la inédita situación, las normas están siendo estudiadas por expertos, quienes podrían decidir no destruirlo, decisión que espera el maestro orfebre de la escuela romana.
Magnífica joya. Benedicto XVI ha sido el primer Papa desde el siglo XIX que encargó un anillo de Pescador con la imagen incisa del apóstol Pedro, que arroja las redes de pesca en el lugar que le indica Cristo. Su predecesor, Juan Pablo II, por el contrario, llevaba un simple anillo de oro con la cruz.
La sortija de Joseph Ratzinger es una obra de arte única, y tiene tallado en los bordes en latín el nombre del Papa: Benedictus XVI .
La joya pesa 35 gramos; tiene una forma elíptica, que recuerda la majestuosa plaza de San Pedro, con el imponente columnado del siglo XVII y realizado por el gran artista italiano Gian Lorenzo Bernini.
Para Franchi, quien posee su taller a pocos metros del Vaticano, no sería la primera vez que se salve un anillo, ya que hay varios expuestos en los Museos del Vaticano, como el del “antipapa” Clemente VII, quien fue elegido en 1378 por los cardenales franceses que se oponían a Urbano VI, escogido en Roma.