Un niño de siete años murió en Brasil tras ser picado por uno de los escorpiones más peligrosos que hay en el mundo.
De acuerdo con el diario O Globo, el pequeño, identificado como Luiz Miguel Furtado Barbosa, murió el pasado 25 de octubre en el hospital, después de que lo picó un escorpión amarillo brasileño o Tityus serrulatus, una especie muy tóxica a la que se atribuyen miles de muertes en el país.
La familia de Luiz Miguel vive en la ciudad de Anhembi, en Sao Paulo, y se preparaba para un viaje de campamento el domingo por la mañana la semana pasada
.Angelita Proenca Furtado, madre de Luiz Miguel, contó a O Globo que el niño corrió a ponerse los zapatos, ansioso por partir. Sin embargo, no se dio cuenta de que en uno de sus zapatos había un escorpión.
”Tan pronto como se lo puso, gritó de dolor. Como no encontramos lo que le había picado, seguimos buscando. Pero su pierna comenzó a enrojecerse y dijo que el dolor iba en aumento”, relató.
Los padres se pusieron a buscar en toda la casa para saber qué le había picado al niño. Unos cinco minutos después, Proenca y su esposo, Eraldo Barbosa, vieron el escorpión y de inmediato trasladaron a su hijo al Hospital das Clínicas de Botucatu para que le pusieran el antiveneno.
En la unidad de pediatría, contó la madre al medio, Miguelzinho, como llamaban al menor, éste sufrió cuatro paros cardíacos. Los médicos le dijeron que el daño era irreversible.
”Cuando entré a la habitación para verlo después de lo sucedido, puse mi mano sobre su cabeza y se lo entregué con todo mi corazón a su verdadero dueño. Dije: ¡Señor, es tuyo! Llévalo contigo y cuídalo. Que se haga tu voluntad, no la mía”.
Al día siguiente, Luiz Miguel mejoró un poco, abrió los ojos e intentó hablar con ella pero, como estaba muy agitado, los médicos lo sedaron. El niño sufrió otros tres paros cardíacos y falleció.
El Ayuntamiento de Anhembi declaró luto oficial de tres días por la muerte del niño. Según el Ministerio brasileño de Salud, desde el año 2000 ha aumentado la cifra de personas picadas por escorpiones amarillos. De 12 mil en 2000, las picaduras aumentaron a 156 mil en 2018.