Hermanos artistas de Brasil diseñan objetos 'impensados'

Los diseñadores han mostrado sus piezas en todo el mundo desde Sudáfrica a Japón, pasando por Alemania, México e Israel.

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Sao Paulo, Brasil

Nadie pensó antes en una silla poltrona fabricada con osos de peluche o con cientos de metros de cuerda entramada hasta que Humberto y Fernando irrumpieron en el diseño con su propuesta original y desafiante que grita al mundo "esto es Brasil".

Son los diseñadores Hermanos Campana y este es su universo de objetos impensados.

La luz inunda el taller de estos creadores mundialmente reconocidos en un céntrico barrio de Sao Paulo, ciudad enorme y caótica que los inspira tanto como otros paisajes brasileños.

Son dos galpones amplios en los que una docena de artesanos, costureras, arquitectos y asistentes cosen trozos de cuero, cepillan piel de carnero, ajustan detalles de un mueble o digitan en una computadora.

"Esto aquí es un laboratorio", describe Humberto Campana, el mayor de los hermanos, de 63 años. "Estamos siempre buscando nuevas formas de expresión", añade.

Reutilización de materiales

Un rasgo fundamental del trabajo de esta dupla es el uso de materiales y objetos que, arrancados de su función tradicional, son reutilizados para dar vida a muebles extravagantes como una butaca de muñecas de trapo superpuestas, un sofá de cartón, una silla confeccionada con plástico para embalajes o una cama engullida por largas fibras naturales.

El de ellos es un "diseño de emergencia, espontáneo" que representa un "saber hacer" brasileño, dice el hermano más joven, Fernando, de 55 años.

Es un proceso de creación que imita "la improvisación de un lugar de abrigo, de cómo las personas construyen sus casas a partir de objetos encontrados en la calle".

"Lo que el diseño brasileño puede entregar al mundo es la improvisación, pero bien hecha, donde trasladas el material de una función a otra y le confieres a eso un uso cotidiano efectivo", profundiza Fernando.

Los Campana huyen de convenciones como que "todo tiene que ser de cierta manera, ergonómico, funcional, blanco o negro, rígido", señala Humberto, refiriéndose a grandes escuelas de diseño como el italiano o escandinavo.

"Yo dije no, Brasil no es eso. Brasil tiene riqueza cultural, es un país muy grande, un país joven, es mucho más que líneas rectas; aquí las ciudades se rinden a la naturaleza", sostiene.

El mullido sofá "Boa" que imita a una enorme y curvilínea serpiente o la silla de formas irregulares "Coral" como los arrecifes de la costa de Brasil expresan esa preponderancia de la naturaleza en el trabajo de estos hermanos.

Éxito mundial

Los Campana han exhibido sus piezas en todo el mundo desde Sudáfrica a Japón, pasando por Alemania, México e Israel y estas forman parte de las colecciones de grandes museos como el de Arte Moderno de Nueva York, el Centro Georges Pompidou de París o el Vitra Design alemán.

Juntos han incursionado en moda, diseño de interiores, arquitectura y paisajismo. Y venden sus muebles a través de las tiendas más exclusivas.

Ninguno de los dos tiene formación en diseño: Humberto estudió derecho y Fernando arquitectura , pero se unieron a fines de 1983 cuando el primero ya había dejado las leyes para fabricar pequeños objetos.

Su primera exposición llegó en 1989 y se llamó "Desconfortáveis" (Incómodos), planteando de entrada que su camino tenía poco de convencional.

"No queríamos fórmulas fáciles", explica Fernando.

"Pero afirmar que somos 'radicales' es muy pesado, es mejor decir que somos inconformistas", agregó.

El año 1993 marcó un hito en su carrera: 500 metros de cuerda roja estaban olvidados en un rollo debajo de una mesa, hasta que pensaron que eso podría transformarse en una silla.

Y así nació uno de los éxitos de los Hermanos Campana, la famosa "Poltrona Vermelha" (Butaca Roja) formada por toda esa cuerda cuidadosamente tramada sobre una estructura metálica con forma de nido.

El resultado es una silla de líneas curvas, de formas caóticas pero orgánicas tal como ellos quieren representar a Brasil.

Cuentan que mucha gente se burló de esta idea, pero en 1998 la "Vermelha" les abrió las puertas del mundo cuando la firma italiana de diseño de muy alto nivel Edra comenzó a producirla y comercializarla después que el director creativo de la casa Massimo Morozzi los "descubrió".

"Esa silla es nuestro homenaje al caos. Y fue un éxito, gracias a ella nos hicimos conocidos mundialmente", contó Humberto.

Tres décadas de trabajo

Desde el inicio de su carrera los Campana reflexionaban sobre el reciclaje de materiales y la producción artesanal de los objetos.

Con los años, hallarían ese equilibrio que hace que su obra sea a la vez tan universal y tan brasileña.

"La idea de los proyectos siempre nace de los materiales. El gran desafío es transformar un material en otra cosa. Es como decir 'cómo no pensé en hacer eso antes'. Yo creo que ese es nuestro trabajo, siempre intentamos hacer eso, la mirada de lo banal. Pero es transformar lo banal en sofisticación", explica Humberto.

Y a partir de esa idea, cocodrilos de peluche verde se convirtieron en butacas y pedacitos de madera conformaron la silla "Favela" tal como los más pobres de Brasil levantan sus precarias viviendas en los cerros, una encima de la otra.

A lo largo de sus tres décadas de trabajo han buscado la colaboración de pequeñas cooperativas y artesanos en un intento de rescatar tradiciones. En un momento en que Brasil vive una de sus peores crisis en décadas, los Hermanos Campana consideran que el diseño también tiene un rol político.

¿Y cómo reaccionan a esa transformación las propias costureras o los artesanos? No siempre es un proceso fácil, comenta Humberto.

Al principio hay desconfianza e incredulidad hacia estos 'artistas', pero los diseñadores están convencidos de que ese camino puede transformar no solo un juguete de niños en un asiento-escultura, sino también otorgar valor y reconocimiento al trabajo de un hombre que manipula el bronce o de una mujer que borda con hilos de colores.

Nuevas funciones, nuevas vidas. Un cambio de sentido a lo que se ha hecho siempre igual, explica Humberto.

"La gran belleza es poder transformar", insiste el mayor de los Campana.