El papa Francisco a bordo... ¿cómo es un viaje de 10 horas en avión con el Pontífice?

El Santo Padre visitará en enero Ciudad de Panamá con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. En su viaje de regreso lo llevará la aerolínea colombiana Avianca, la cual dio a conocer a los 14 tripulantes que acompañarán al Obispo de Roma.

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Cada vez que el papa Francisco sube la escalinata de un avión de Alitalia, con su maletín negro en mano, suscita un puñado de emociones y expectativas.

Las giras del Santo Padre que superan las fronteras italianas suelen volverse un imán para multitudes. Miles de personas salen a bordear las calles por donde se sabe que transitará el papamóvil y otro numeroso grupo de fieles acude a las misas, anteponiendo el entusiasmo ante cualquier larga espera o capricho del clima.

Las visitas internacionales que lleva a cabo Francisco, de 81 años, son muy dinámicas y van al paso de una agenda que le deja poco espacio para el descanso, y que a su vez, le propina fuertes golpes de realidad. En Chile, por ejemplo, frente a él explotó la bomba de la pederastia cuando recibió múltiples denuncias sobre el encubrimiento de abusos sexuales a menores de edad cometidos por los sacerdotes de ese país.

Durante las ceremonias religiosas, el Papa suele enviar mensajes relacionados con el propósito de su visita. Algunas veces sus palabras y gestos son contundentes, pero en otras ocasiones se inclina por la cautela.

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En la visita a Perú, exclamó en un encuentro con los obispos: “¿Qué pasa en Perú que todos los presidentes acaban presos?”, pero mientras estaba en México evitó reunirse con los padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.

Sin embargo, la exaltación que provoca cada viaje papal no solo se limita a los acontecimientos que ocurren en el terreno. Va más allá y trasciende hasta alcanzar miles de metros de altura.

¿Alguna vez se ha preguntado qué pasa durante un vuelo del Pontífice? Los aviones no se escapan de los protocolos del Vaticano… aunque de vez en cuando se cuela alguna sorpresa.

Un pasajero austero y enérgico

“El Papa es muy sencillo. No hay una acomodación especial, no hay que llevar una cobija aparte ni una silla diferente”, relata Lina Monsalve, quien se desempeña como jefa de cabina de la aerolínea Avianca.

Lina formó parte de la tripulación que acompañó a Francisco en el vuelo de Cartagena de Indias a Roma en setiembre del año pasado, luego de una visita papal de cinco días en Colombia.

En enero próximo, ella y otros 10 tripulantes repetirán la experiencia de viajar por al menos 10 horas con el líder de la Iglesia católica, pues la firma Avianca fue seleccionada de nuevo para llevar a cabo el traslado del Santo Padre desde el Aeropuerto Internacional de Tocumen, en Panamá, hasta el Ciampino, en el momento que él concluya su participación en la Jornada Mundial de la Juventud, entre el 22 y 27 de ese mes.

Los 14 miembros que integran la tripulación fueron presentados de manera oficial el 20 de noviembre en Ciudad de Panamá. A petición de El Vaticano, se trata del mismo grupo que atendió al Papa en su retorno desde Colombia, con excepción de los tres capitanes pilotos, quienes vivirán la experiencia por primera vez.

Lina explica que las reglas sobre el vuelo son muy estrictas, ya que se estipulan directamente desde la Santa Sede.

“Lo primero que hace el Papa cuando ingresa al avión es dirigirse a la cabina de mando para saludar a los pilotos. Seguidamente, toma lugar en el asiento 1A de la clase Ejecutiva”, cuenta.

El avión que lo trasladará hasta Roma en enero es un Boeing 787 con capacidad para 150 personas. La aeronave contará con una placa conmemorativa luego de que se efectúe el viaje, de la misma forma que la porta el aparato que salió de Colombia a Italia.

Cerca de 10 minutos después del despegue, el Santo Padre se dirige a la tercera cabina para atender las consultas de los periodistas. La conferencia de prensa es uno de los momentos más importantes del viaje, porque las interrogantes que responde abarcan diversos temas. El encuentro puede extenderse por una hora y media.

Al concluir la rueda de prensa, Francisco regresa a su lugar saludando a cada pasajero con un apretón de manos y cuando toma asiento, los tripulantes también lo saludan uno a uno. Ellos tienen la oportunidad de conversar con él de forma individual por unos tres minutos. Pueden llevar consigo algo pequeño como una medalla, una estampita o un rosario para que se los bendiga.

“Cuando me senté para la bendición, estaba tan emocionada que nada más lo miraba y se me salieron las lágrimas. Él me decía: ‘no llore, no llore más’, después me dijo: ‘Mire, mire para la foto’, porque yo no miraba al fotógrafo. A mí no me interesaba nada, solamente el verlo a él. Ese fue un momento muy especial”, recuerda Lina, quien tiene 25 años de trabajar en Avianca.

Luego, la tripulación prepara el primer servicio de comida para el Papa que se trata de una cena. En esta ocasión, la entrada será una sopa de zanahoria y como plato fuerte se eligió arroz blanco con vegetales.

El postre aún no está definido. Las opciones varían entre helado de vainilla, por el que tiene una gran debilidad, y pie (pastel).

La siguiente comida es el desayuno. Lina cuenta que en el viaje de setiembre, el Pontífice consumió fruta y juego de naranja, por lo que para este nuevo vuelo se planea un menú similar.

Además, se le ofrecerá café colombiano, ya que esa fue la única petición que hizo la vez anterior. “¿Será un pecado no tomar café de Colombia?”, preguntó el Papa a la tripulación.

El Sumo Pontífice debe seguir una dieta muy liviana. Tiene restricción para comer cualquier tipo de semillas y alimentos con grasa. Asimismo, evita la proteína de origen animal.

Francisco también aprovecha el tiempo del vuelo para orar, leer y descansar.

Es común que el Papa y su comitiva se trasladen desde Roma a otra nación en un vuelo de la aerolínea comercial Alitalia, pues el Vaticano no cuenta con aviones propios.

La tradición estipula que el regreso a Italia quede a cargo de una aerolínea del país donde se realizó la visita o se designe a una firma regional que cumpla con los requisitos establecidos.

Aunque el protocolo del Vaticano es estricto, también hay momentos para romperlo. En enero de este año, mientras Francisco se trasladaba a 10.000 metros de altura sobre territorio chileno, ofició el rito católico para casar a dos tripulantes.

La pareja se acercó al Pontífice para que les bendijera los anillos y él les preguntó si estaban casados, a lo que respondieron que no. Fue entonces cuando el Papa les consultó si querían que los casara él y ambos aceptaron, emocionados. La anécdota es inédita.

Viaje significativo

La sonrisa de los tripulantes que acompañarán en enero al papa Francisco en su regreso a Roma no se borra fácilmente. Pese a que la mayoría de ellos repite la experiencia de acompañar al Santo Padre en un vuelo, la ansiedad y la alegría los invade sin excepción a casi dos meses de que se concrete el traslado.

“El momento de estar aquí es único y jamás pensé que lo fuera a repetir. Uno nunca va a pensar en la vida que dos veces va a llevar al Santo Padre. Eso existe en Alitalia, eso no existe en Avianca. Volver a tener la oportunidad es un sueño”, afirma Lina Monsalve, la jefa de cabina.

Por su parte, el capitán Álvaro Acero es uno de los que participará por primera vez. Señala que como se trata de un vuelo no itinerado, los pilotos han tenido varias pruebas para afinar los detalles de aterrizaje. Tampoco esconde su emoción por liderar la tripulación encargada del viaje del Papa.

“Cualquier persona que sepa que va a estar cerca del Santo Padre tiene ansiedad y más nosotros que vamos a tener la oportunidad de prestarle un servicio y de devolverle algo de todo lo maravilloso que él hace por nosotros. Esta es la experiencia más significativa que he tenido”, afirma.

La tripulante de cabina Bibiana Donado se acogerá a su pensión el próximo año, luego de laborar 35 años en Avianca. Por este motivo, considera que el viaje papal representa un cierre “con broche de oro” para su tiempo de trabajo.

“Es la culminación con laureles para mi carrera. Cuando recibí la noticia sobre que formaba parte del equipo, fue un momento muy especial. Estar cerca de él es un renacer”, asegura.

Su compañera Luz María Martínez recuerda todas las expectativas que tenían sobre el viaje anterior, las cuales, manifesta, se cumplieron por completo.

“Él es una persona muy amable y muy cordial, todo su equipo de trabajo igual. Fue un vuelo tranquilo, muy agradable con su santidad, porque es una persona muy cálida”, cuenta Luz María.

Francisco viaja ligero, acorde con su principio de austeridad. Cuando regresaba de Brasil, –en julio del 2013– en el primer viaje que hizo al exterior, fue consultado sobre el contenido de su maletín.

“No llevo la llave de la bomba atómica. Dentro hay una cuchilla de afeitar, el breviario, la agenda, un libro para leer (...) Siempre llevo el maletín cuando viajo, es normal”, respondió.

Sin embargo, pese al llamado a la normalidad, él no queda eximido de portar objetos punzantes en la maleta de mano, como el resto de pasajeros.

Después de Panamá, la agenda del Papa ya tiene programada una vista en mayo a Rumania, Macedonia y Bulgaria. Con estos tres últimos destinos, serán 42 los países visitados por Francisco desde que empezó su pontificado en marzo del 2013.