Impunidad acrecienta peligro para el periodismo

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La impunidad imperante en los casos de asesinatos de periodistas agrava el riesgo de muerte para quienes desempeñan esa profesión, según informes del Comisionado Nacional de Derechos Humanos de Honduras (Conadeh).

Esta institución hace énfasis en que el autoritarismo en los círculos de poder y el crimen organizado son las principales amenazas contra la prensa en ese país.

Nery Velásquez, funcionario del Conadeh, resaltó –en entrevista telefónica con La Nación– que solo dos de las 29 muertes violentas de periodistas ocurridas desde el 2003, son objeto de una investigación judicial.

Las restantes 27 han sido ignoradas por las autoridades, lo que incrementa las posibilidades de que más profesionales sufran los embates de la delincuencia.

“Al no haber investigación, esos autores materiales siguen viviendo entre nosotros. Por eso, tenemos el índice más alto de muertes en el mundo”, comentó.

Cifras hablan. Solamente durante el gobierno de Porfirio Lobo, que principió funciones en enero del 2010, se han registrado 22 homicidios de periodistas.

De hecho, el 2010 fue el más violento de los últimos siete años, con 12 decesos de profesionales en comunicación. En el 2011, la cifra se redujo a la mitad, pero este año ya han caído cuatro.

Según el Conadeh, los reporteros muertos suelen ser quienes están vinculados con la investigación de corrupción en el poder, narco y crimen organizado.

Es decir, su vida y la de sus familiares corren peligro al investigar los abusos de las mismas autoridades que deberían velar por la seguridad ciudadana.

“La Dirección Nacional de Investigación Policial y el Ministerio Público hacen cero en investigación. Esto violenta el derecho a la vida, pero también la libertad de expresión”, expresó Velásquez.

Por eso, agregó, en muchas ocasiones han tenido que apegarse al derecho internacional y denunciar la falta de cumplimiento del gobierno ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

El titular del Conadeh, Ramón Custodio, es pesimista; ve señales de que seguirá el peligro urdido por “un actor sin rostro que se llama crimen organizado”.