Hacia donde se mire, hay miseria extrema

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Puerto Príncipe. EFE. A pesar de la masiva ayuda internacional que colapsó el aeropuerto de Puerto Príncipe horas después del terremoto que asoló Haití el 12 de enero, la miseria extrema sigue presente en las abarrotadas calles de la ciudad.

Solamente hay que mirar alrededor para darse cuenta de que, tras diez meses la reconstrucción de la ciudad, la más afectada por el sísmo, sigue careciendo de lo básico y fundamental a apenas once días de la celebración de unas elecciones respecto a las cuales los haitianos parecen desconfiar.

Mercados callejeros abarrotan las avenidas circundadas por edificios todavía derruidos, entre cuyos escombros los ciudadanos han aprendido a vivir y a cobijarse.

Según los miembros de la ONG española Bomberos Unidos Sin Fronteras (BUSF), prácticamente nada ha cambiado en el aspecto de Puerto Príncipe desde que el temblor de tierra de apenas unos minutos acabó con la vida de cientos de miles de sus habitantes.

Ahora es la epidemia del cólera la que vuelve a convertir al país en foco informativo.

Frente a las puertas del principal hospital de la capital haitiana, donde una fina pared prefabricada separa a los pacientes habituales de los infectados o previsiblemente infectados por la epidemia, una joven adolescente, completamente desnuda, reclama en silencio, tendida en el suelo, atención sanitaria.

A tan solo unos metros de distancia los médicos no dan abasto para atender a las filas de pacientes, muchos de los cuales permanecen encogidos en sillas junto a las tiendas de campaña que hacen las veces de improvisados consultorios.

En una de ellas se ha puesto en marcha un laboratorio donde los médicos estudian las muestras de sangre que determinarán el tipo de virus o bacteria que aqueja al enfermo y el tratamiento más correcto que se le debe administrar.