Extremos que se abrazan

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El primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, y el líder de la OLP, Yasser Arafat, dieron esta semana un nuevo paso hacia el proceso más difícil de sus vidas: destruir aquello por lo habían luchado y matado, para construir la esperanza.

Los dos antiguos enemigos, pese a que aún están lejos de simpatizar el uno con el otro, y más lejos aún de llamarse amigos, superaron los resentimientos que por años se han guardado para liderar el plan de paz para Israel y los territorios ocupados (proceso que en 1994 fue premiado con el Nobel de la Paz).

Debido a ese esfuerzo, materializado el pasado jueves en la firma de un acuerdo para ampliar la autonomía palestina hacia Cisjordania, La Nación decidió designar a ambos dirigentes como las personalidades más relevantes en los últimos siete días.

En el actual proceso de concordia, el "camaleón" político ha sido el dirigente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasser Arafat. Este ha pasado de ser un violento terrorista, ligado a los más sangrientos atentados contra judíos, a un "pacificador", cuasisinónimo de moderación.

Arafat, ingeniero de profesión, hijo de un mercader de especias, cayó por accidente en el oficio de "revolucionario", luego de la conquista israelí de los territorios de Gaza y Cisjordania en 1967. Pese a ello, dentro de la OLP dirigía un sector siempre sediento de sangre.

A él se le atribuye el logro de la nacionalidad palestina. Antes de que iniciara su lucha, los habitantes de los territorios ocupados se veían a sí mismos como miembros de la comunidad panárabe. Arafat logró identifarlos como palestinos.

La mayoría de la población judía todavía lo mira como un terrorista y desconfía de sus intenciones. Para los radicales musulmanes es un traidor que vendió su causa.

Yitzhak Rabin, el héroe militar que dirigió la fulminante victoria de Israel en la llamada Guerra de los Seis Días en 1967, vegetariano al que le encantan los simbolismos, sonríe cada vez que admite que su caricatura preferida es la de Tom y Jerry "porque el ratón, pese a ser más pequeño, siempre gana" (en alusión a la superioridad que en 1967 tenían los árabes).

Ahora, Rabin se ha convertido en el principal negociador en el proceso que busca devolver los territorios que conquistó en 1967 --con excepción de Jerusalén este--, y que aún permanecen en poder de los israelíes (Gaza, Cisjordania y los Altos del Golán).

Pese a que dentro de Israel todavía se le respeta como un héroe, la derecha política del país le recrimina el devolver tierras que, según la tradición, les fueron dadas a los judíos por Dios.