España e Italia quieren salida rápida a sus aprietos

Ambas necesitan medidas inmediatas para reducir el acoso de los mercados

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Bruselas. AFP. Italia y España, tercera y cuarta economías de la zona euro, necesitan que la cumbre de mandatarios que se inició este jueves en Bruselas ofrezca soluciones rápidas que les permitan salir del agujero negro en el que se encuentran, la primera por su excesiva deuda y la segunda por la crisis de los bancos.

La agenda de la cumbre está llena de ideas para salvar al euro, pero a España y a Italia solo les sirven medidas contundentes para reducir el acoso de los mercados.

Por eso, boicotean el pacto de crecimiento anunciado en el primer día de la cumbre que pretende inyectar 120.000 millones de euros para reactivar la economía, si no hay medidas para prevenir el acoso que sufren en los mercados.

“Hay un problema clarísismo de sostenibilidad de la deuda en Europa. Mientras no se solucione eso, todo lo demás no será creíble”, dijo una fuente española.

Los cortafuegos. Entre las medidas para poner cortafuegos a la crisis de la deuda está la creación de eurobonos para mutualizar la deuda o la compra de deudas nacionales de los países en dificultades por parte de los fondos de ayuda europeos, como propone el jefe del Gobierno italiano, Mario Monti.

Unas medidas que rechazan los países partidarios de la mano dura de la austeridad y las reformas, con Alemania a la cabeza.

El resto de propuestas, como la integración fiscal o la unión bancaria, sobre lo que en principio no hay demasiada oposición, llevarán tiempo en ponerse en marcha y todavía más en dar resultados.

Italia, cuya deuda asciende al 120% del producto interno bruto (PIB), paga por sus bonos a 10 años más del 6%, mientras que a España, cuyo talón de Aquiles son sus bancos muy expuestos al estallido de la burbuja inmobiliaria en el 2008, le exigen en el mercado secundario casi el 7%.

El Gobierno español se ha visto abocado a solicitar ayuda económica a Bruselas para recapitalizar sus bancos, que ha puesto a su disposición 100.000 millones de euros.

España pretende que este dinero se inyecte directamente en los bancos sin que se compute como deuda pública, lo cual apoyan las propias instituciones europeas y el Fondo Monetario Internacional.