El sucesor de Miterrand es esperanza de cambio

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París. EFE. El socialista François Hollande, quien ayer confirmó las previsiones al ganar en primera ronda de las elecciones presidenciales, se alza como un candidato capaz de dar un nuevo rumbo a Francia y a la política de austeridad y recortes, pese a su criticada falta de carisma.

El hombre que dirigió el aparato del Partido Socialista (PS) de 1997 al 2008, cuya carrera transcurrió entre los pasillos de su formación y la política local en la región rural de Corrèze, aspira a protagonizar “una presidencia normal” frente a un quinquenio cargado, a su juicio, de “anormalidad” e incumplimiento de promesas.

A sus 57 años y sin haber formado parte nunca de un gobierno francés, ha sabido mantener el apoyo que se le otorgó en las primarias de su partido con una estrategia caracterizada por la ausencia de riesgos y de grandes meteduras de pata.

Representante del ala más centrista del PS, Hollande aboga por volver al equilibrio de las cuentas públicas en 2017 , un año después que el actual presidente y contrincante conservador Nicolás Sarkozy, pero, a diferencia de este, se muestra reacio a inscribir en la Constitución la “regla de oro” del equilibrio presupuestario.

El socialista, líder improbable hasta la caída del exdirigente del FMI Dominique Strauss-Kahn por sus escándalos sexuales, ha conseguido colocar a la izquierda en la primera línea de la conquista al Elíseo, en manos de la derecha desde la salida de François Mitterrand en 1995.