Disputas siembran dudas sobre solidez de Gobierno salvadoreño

Esta semana renunció el ministro de Agricultura Manuel Sevilla

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Cuando Mauricio Funes asumió el poder, el 1 de junio del 2009, dijo que sería el presidente de todos los salvadoreños, no de un partido. Esta frase, común en la mayoría de presidentes electos, nunca ha sido más cierta.

Un año después, partido y presidente viven enfrascados en rencillas que hacen dudar de la solidez del gobierno.

Las diferencias ideológicas entre el exguerrillero FMLN y Funes son el eje de las disputas.

La muestra más reciente fue la renuncia, esta semana, del ministro de Agricultura, Manuel Sevilla, al alegar descoordinación con el presidente y denunciar presionado para entregar paquetes de ayuda con criterios políticos.

Dilema. Después de 20 años de gobiernos de la conservadora y neoliberal Alianza Republicana Nacional (Arena), Mauricio Funes asumió la administración de un país que enfrenta un dilema económico y político importante.

Su economía vive la singular situación de consumir más de lo que produce, y solo sale adelante por las remesas del extranjero.

El agotamiento del modelo desarrollado por Arena dejo la puerta abierta para la llegada del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) al poder. Para lograrlo, debió recurrir a un candidato externo. Era un partido sin candidato y Funes un candidato sin partido.

Matrimonio de conveniencia. Para el periodista costarricense y editor del periódico El Mundo, en San Salvador, Lafitte Fernández, “este fue un matrimonio de conveniencia. El gobierno de El Salvador va a pasar en un puro pleito, pues Funes no le hace concesiones al FMLN”.

Los exguerrilleros debieron recurrir a él por “su popularidad como presentador de un programa de televisión y porque sus anteriores candidatos olían a polvora”, explicó Fernández.

Sin embargo, tanto Fernández como el presidente de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES), Rafael Domínguez, coinciden en que tanto al FMLN como a Funes no les sirve terminar con la alianza y el gobierno.

Domínguez explicó que “hay roces muy notorios, aunque las dos partes tratan de bajarle el perfil a las disputas y decir que es una discusión sana de las diferencias”.

Un ejemplo de esas diferencias se presentó el 1.º de mayo en las celebraciones del Día del Trabajo a las que Funes no se presentó, y en el que los participantes le reclamaron la falta de cumplimiento de algunas ofertas de la campaña presidencial.

El que sí lo hizo, en nombre del gobierno, fue su vicepresidente y ministro de Educación, Salvador Sánchez Cerén, quien reiteró el compromiso del FMLN por avanzar hacia el socialismo del siglo XXI y estrechar vínculos con el Alba.

Los vínculos con el presidente venezolano, Hugo Chávez, y adhesión a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) es uno de los grandes motivos de diferencias.

Para Fernández, Funes no quiere saber nada de estos proyectos, mientras que el FMLN ha reiterado en público su interés.

Las disputas abarcan desde temas ideológicos como el del Alba hasta hechos cotidianos como el nombramiento de funcionarios.

Funes y el jefe de la fracción del FMLN, Sigfrido Reyes, sostuvieron un pulso alrededor de quién debía controlar el nombramiento del jefe del Registro Nacional de la Persona Natural (RNPN), una institución equivalente a lo que en Costa Rica es el Registro Civil.

La escogencia del jerarca de dicha institución tradicionalmente está en manos del mandatario, pero el FMLN planteó un proyecto de ley para que fuera el Parlamento el encargado de designarlo.

Funes no vio con buenos ojos la propuesta de Reyes y logró negociar con los otros partidos políticos representados en el Poder Legislativo. Finalmente se salió con la suya al mantener el control sobre la designación.

“El nombramiento del jefe del RNPN es un ejemplo de las disputas y de lo que puede suceder más adelante con otros enfrentamientos”, dijo el presidente de la APES.

Situación inusual. Estas diferencias han llevado a una situación política bastante inusual. Varios grupos del sector empresarial, como cámaras y gremiales, han visto en el mandatario un muro de contención contra los intereses políticos más de izquierda del FMLN.

Para el periodista Domínguez, con la desintegración de Arena, Funes ve la oportunidad de acabar con la derecha y construir con esos elementos una opción política socialdemócrata.

Pese a ello, el gobernante no ha sido capaz de amalgamar este apoyo para convertirlo en una tercera opción política.

Del otro lado, el empresariado salvadoreño no ha sido capaz de ver la importancia de crear una alternativa política que no fuera tan de derecha como Arena, pues nunca se interesó en ir más allá de una democracia formal.