Diez años después, las celdas de Guantánamo están llenas de dudas

La promesa del presidente Obama de cerrar la cárcel está lejos de cumplirse

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Veinte prisioneros encapuchados, esposados y vestidos con un mono y una gorra naranjas bajaban de un avión militar y luego eran mostrados en jaulas. Era el 11 de enero del 2002, y aquellos, los primeros prisioneros que Estados Unidos trasladaba a Guantánamo, donde había levantado una prisión en una base militar que arrenda a Cuba desde 1903.

Siete días después, el entonces presidente, George W. Bush, explicaba que los detenidos eran terroristas asociados a los ataques del 11 de setiembre, y que no se les aplicarían las protecciones de las convenciones de Ginebra, que amparan a los prisioneros de guerra.

Hoy, diez años después, 171 hombres permanecen allí pese a las promesas del presidente Barack Obama de cerrar la polémica prisión.

Durante este decenio, 779 presos han pasado por las celdas del edificio, el principal símbolo de “la guerra contra el terrorismo” lanzada por Bush contra al-Qaeda.

A dos días de asumir la presidencia, Barack Obama develó uno de sus objetivos más ambiciosos: cerrar la cárcel en un año. Empero, los edificios permanentes, construidos en mayo del 2002, siguen allí.

Guantánamo fue una lección de realidad para Obama. El presidente conoció lo intrincada y a menudo inamovible política de seguridad que heredó de su predecesor republicano. Comprendió que su margen de maniobra no era tan amplio como creía y quería.

“Pese a que Obama sigue comprometido con la meta de cerrar Guantánamo, el Congreso ha tomado medidas para prevenir los pasos que asistirían en el logro del objetivo”, expresó el portavoz del Pentágono, Todd Breasseale, a la AFP.

El propio presidente promulgó a fines de diciembre del 2010 una controvertida ley que prohíbe el uso de fondos públicos para transferir detenidos hacia Estados Unidos y decreta que los sospechosos de terrorismo deben ser juzgados ante tribunales militares especiales. Así, el cierre de Guantánamo es hoy aún más improbable.

Los que quedan. De los 171 prisioneros que aún quedan en la calurosa estación, 36 esperan ser juzgados por crímenes de guerra, entre ellos el autor intelectual de los atentados del 11 de setiembre.

Además, hay 46 en detención indefinida porque Estados Unidos los considera peligrosos, pero que no pueden ser acusados por falta de pruebas u otras razones.

La Casa Blanca quiere excarcelar a 32, mas no lo ha hecho por limitaciones del Congreso. Cincuenta y siete yemeníes no han sido acusados, pero no pueden ser devueltos a su país porque podrían ser ejecutados o torturados y otras naciones no los quieren.

“Guantánamo se ha convertido en el símbolo de 10 años de fallas sistemáticas por parte de Estados Unidos en el respeto a los derechos humanos”, dijo Rob Freer, de Amnistía Internacional.

Un especial realizado por esa organización recuerda algunas técnicas de torturas recomendadas por las autoridades. Los reos eran intimidados con perros y simulacros de ejecución; eran aislados durante meses, humillados sexualmente y privados del sueño con luces y música fuertes o con drogas, entre otros métodos.