Reñida pelea entre conservadores y laboristas por el Gobierno de Australia

Se requieren 76 bancas para tener mayoría absoluta en el Parlamento federal

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Sídney

Las elecciones celebradas el sábado en Australia mostraron una reñida lucha entre la coalición Liberal-Nacional del primer ministro, Malcolm Turnbull, y el Partido Laborista, de Bill Shorten, que no se decidirá hasta el último voto.

"No vamos a saber esta noche el resultado de las elecciones. Quizá no lo sepamos durante días. Lo que sí sabemos es que el Partido Laborista ha regresado”, dijo Shorten en un rueda de prensa en referencia a los 13 diputados que recuperó respecto a las elecciones anteriores.

Escrutado el 93,33% de los votos, la Comisión Electoral Australiana concedió 69 escaños a los conservadores y 69 diputados al laborismo de los 150 que formarán el siguiente Parlamento nacional.

El grupo que obtenga 76 asientos contará con la mayoría absoluta y podrá formar gobierno y, si ninguno lo consigue, el que más diputados tenga comenzará los contactos para negociar una alianza de gobierno.

Chris Uhlmann, editor político de ABC, vaticinó que en el caso de llegar a las negociaciones, estas podrían prolongarse bastante tiempo.

Los independientes obtienen dos escaños, uno los Verdes (aliado habitual del laborismo), otro Katter's Australian Party (rural, fundado en el 2011 por el exparlamentario Bob Katter) y un quinto va para Nick Xenophon Team (centro, fundado en el 2013 por el senador Nick Xenophon).

La candidata laborista Linda Burney es la primera mujer indígena en ganar un escaño en la Cámara Baja.

"Cualquier cosa que pase la próxima semana, si estamos en el Gobierno o la oposición, el Partido Laborista está recargado de energía y unido y más decidido que nunca”, remarcó Shorten, cuyo formación pagó en los comicios de 2013 la crisis de liderazgo en el seno del laborismo.

Shorten abanderó esta campaña la defensa de un sistema universal de salud, escuelas públicas y protección de los derechos de los trabajadores.

Un total de 57 partidos e independientes se presentaron a estas elecciones, con 994 candidatos para la Cámara Baja y 661 aspirantes para la Cámara Alta.

El Senado, que renueva sus 76 escaños en esta ocasión, será clave para el próximo gobierno, después de que en legislaturas anteriores fue hostil al Ejecutivo debido a la mayor presencia en la cámara de independientes y partidos minoritarios.

Se espera que la xenófoba Pauline Hanson, líder de Una Nación, gane un asiento en la Cámara Alta.

La estabilidad económica, cuya preocupación fue amplificada por el brexit, protagonizó el final de la campaña electoral que comenzó en mayo pasado y que ha sido la más larga del último medio siglo en Australia.

Otro de los temas que cobró relevancia fue el matrimonio entre personas del mismo sexo, que para la coalición gobernante debe abordarse a través de un plebiscito, mientras que los laboristas prometieron que será la primera propuesta legislativa que presentarán.

Turnbull insistió el sábado en que “solo un gobierno estable de la coalición” puede asegurar el futuro del país, en un intento por reforzar su mensaje económico, pero también con la esperanza de poner fin a la inestabilidad política generada por la crisis de liderazgo que ha hecho que Australia haya tenido cuatro primeros ministros desde 2013.

La jornadatranscurrió con normalidad y con algunos retrasos en los centros de votación que han originado largas filas, en parte por la confusión causada por los cambios del sistema para elegir a los senadores que aprobó el Parlamento poco antes de que se convocasen las elecciones de forma anticipada.

La votación es obligatoria para los más de 15,6 millones de ciudadanos inscritos en el censo electoral en Australia.