Cristianos de Tierra Santa piden ayuda al papa Francisco

En el primer viaje internacional decidido personalmente por Francisco, él seguirá los pasos de la histórica peregrinación que Pablo VI hizo a Tierra Santa hace 50 años, visitará Amán, Belén y Jerusalén y celebrará una misa en el Cenáculo

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Iqrit

La iglesia de Iqrit se encuentra aislada en una colina de Alta Galilea, en el norte de Israel, a poca distancia de Líbano, y es el único vestigio, junto con el viejo cementerio, de esa aldea vaciada de sus 450 habitantes y luego destruida con dinamita por el ejército israelí poco antes de la Navidad de 1951.

En agosto de 2012, decenas de jóvenes originarios de Iqrit decidieron volver a instalarse allí, reviviendo a la aldea. Estudiantes, profesores y artistas tienen una dura existencia, en comunidad, alojados en viviendas prefabricadas contiguas a la iglesia.

Al pie de la iglesia han colocado un cartel negro donde escribieron en un inglés rudimentario: "Esto es Iqrit. Mis ancestros sembraron esta tierra hace tiempo para mis futuros hijos".

El pequeño campanario blanco encarna la memoria y la resistencia de los cristianos de la Palestina histórica, que piden ayuda al papa Francisco quien pronto llegará en peregrinaje a Tierra Santa.

En una carta enviada al papa, los habitantes de Iqrit, y los del pueblo católico vecino de Kafr Biram le ruegan que "intensifique (sus) esfuerzos sagrados presionando al gobierno israelí para que ponga fin a las injusticias que infligió a nuestra comunidad".

"Esperamos que su próxima visita a Palestina y a Israel estará orientada a servir ese objetivo", suplican esos "palestinos del interior", descendientes de la minoría de su pueblo que se quedó en el lugar después de la creación del Estado de Israel, en 1948.

Los árabes cristianos de Galilea, de nacionalidad israelí, reconocen que están decepcionados porque, contrariamente a sus predecesores, el papa Francisco no irá a su encuentro durante su peregrinaje relámpago.

"Hay una gran decepción en Galilea, el lugar donde predicaban Jesús y sus discípulos", señaló un responsable católico del norte de Israel.

Sin embargo, los habitantes de Iqrit quieren entregar su carta en mano propia al "papa del pueblo" durante su etapa del domingo en Belén, en Cisjordania ocupada.

"El Estado de Israel nos trata como ciudadanos de segunda categoría porque no somos judíos. Ese es el principal motivo por el cual nos niegan el derecho al retorno, a pesar de que nuestras tierras son explotadas por las colonias judías. Pero con la fuerza que sacamos de nuestra fe, nos negamos a convertirnos en una comunidad olvidada", escribieron al papa argentino.

Llevan más de 60 años tratando de lograr que las autoridades israelíes les permitan regresar a su pueblo, a pesar de una decisión del Tribunal Supremo en su favor, y ya habían acudido a los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI durante sus viajes a Israel, respectivamente en 2000 y 2009.

"Nos prohíben reconstruir y plantar árboles. Pero nos quedaremos aquí. Desde 1948 no hemos olvidado ni nuestra tierra, ni nuestra casa, ni nuestra iglesia", sostiene Georges Sbeit, de 54 años, cuyos padres fueron expulsados de Iqrit.

Sin embargo, en su carta al Papa, la comunidad de Iqrit expresa su inquietud a causa de la emigración, que atribuye a la política de discriminación israelí que "condujo al exilio a miles de nuestros hermanos y hermanas".

El papa Francisco llegará a Amán el 24 de este mes y luego de su aterrizaje en el aeropuerto de la capital jordana se trasladará al palacio real, donde el rey Abdalá II le recibirá oficialmente y ambos pronunciarán sendos discursos.

Francisco irá después a celebrar la misa en el mismo estadio al que ya acudieron Juan Pablo II y Benedicto XVI en sus respectivas visitas; allí se dará la primera comunión a 1.400 niños y luego el papa se trasladará al río Jordán, donde Jesús fue bautizado.

Del otro lado de la barrera de separación israelí, también en Cisjordania, "los cristianos esperan del Papa un mensaje de esperanza", aseguró el padre Jamal Jader, director del seminario de Beit Jala, un bastión del cristianismo palestino, cerca de Belén.

"No hay perspectiva de paz. Por lo tanto, nosotros necesitamos que el papa nos aliente, nos dé la fuerza", insistió el padre Jamal.