Vida diaria entre agua y lirios en Xochimilco

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México

Enclavado al sur de la aglomerada Ciudad de México, Xochimilco es más que un paseo turístico: sus chinampas, islotes prehispánicos rodeados de canales, son hogar de numerosas familias para quienes navegar en una "trajinera" (bote multicolor) hacia el mercado o la escuela puede tomar horas.

"Viví un tiempo en la ciudad, pero no me gustó. Aquí es más tranquilo y se respira mejor. Saliendo de aquí, ya estoy en la calle y puedo ir donde sea", explica Jorge Jiménez, un "trajinero" de 52 años, quien habla al tiempo que apoya una larga vara en la fangosa profundidad del canal y con la cual conduce la embarcación durante los paseos de los habituales visitantes.

Xochimilco está dentro de la ciudad, pero sus extensos canales, sus frondosos árboles y sus verdes chinampas hacen olvidar a la megaurbe de cemento con su tráfico, contaminación y más de 20 millones de habitantes.

"Muchos de aquí se van a Acapulco (sur) o a Cancún (este) porque saben de turismo, o a trabajar al norte; pero ahora algunos están regresando a rescatar su cultura", añadió Jiménez, dedicado a conducir estas singulares embarcaciones desde que era un adolescente. Dice ser capaz de remar por seis horas sin chistar.

Renacer en Xochimilco. Ángel Merlo, experto del Instituto de Biología de la estatal Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), destacó que, tras años de un abandono de la agricultura tradicional debido a los bajos ingresos generados por el campo, paulatinamente se está recuperando el interés por el cultivo chinampero gracias a un programa de "mercado justo" para estos productos agrícolas.

Las chinampas, palabra que significa "cerco de cañas" en náhuatl, son obra de la ingeniería del pueblo xochimilca (asentados desde el siglo X) con el fin de ganarle terreno al lago. Los islotes fueron construidos de manera artificial en la época prehispánica, con armazones de troncos y varas rellenos de tierra y materiales biodegradables con los que se fueron formando áreas de cultivo.

Más de 500 chinampas, con algunas modificaciones, han sobrevivido por siglos y forman unos 200 kilómetros de canales poco profundos que desde hace décadas son un atractivo turístico de la capital, con sus "trajineras" de vivos colores que los fines de semanas van cargadas de turistas deseosos de armar auténticas comilonas, fiestas y hasta bailes.

La zona chinampera de Xochimilco, que en náhuatl significa "terreno fértil de flores" y es uno de los últimos vestigios del México antiguo, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987.

Durante el sosegado trayecto por los canales se observan pequeñas tiendas de comestibles a orillas del canal, viviendas diversas que van desde frágiles chozas hasta construcciones sólidas de dos pisos, junto a talleres de "trajineras" y algunos baños públicos.

Es media mañana y Daniel García, de 82 años, rema trabajosamente para salir de una aglomeración de lirio, especie que ha venido a contaminar el lago y es la pesadilla de los trajineros.

"Regreso del cultivo y ahora me voy al mercado con mis verduras. Salí de madrugada", dice sonriente el hombre, cuyo rostro está curtido por una vida a la intemperie pues desde niño siembra en la chinampa familiar.

Contadas son las lanchas de motor, usualmente utilizadas por la Policía o autoridades locales, ya que están prohibidas por ser una fuente de contaminación.

En otra pequeña embarcación se cruza Obdulia, de 33 años, que regresa del mercado acompañada por su hijo. "Vengo de hacer la compra, me tardo tres horas en ir y venir", comentó la mujer que se dedica a vender flores en el vecino mercado de Nativitas.

Más adelante, una pareja y un adolescente regresan de cultivar chayotes mientras su inquieto perro se lanza al agua, donde algunos patos sufren para no ser tragados por el lirio.

En el corazón de la zona ecológica, donde pocos visitantes osan adentrarse por estar a tres horas de los embarcaderos, una decena de pescadores lanzan enormes redes.

"Pescamos tilapia, que se seca para alimento de animales", grita apurado uno de ellos, quien labora en un programa gubernamental que busca acabar con esta especie introducida en los años 1970 y convertida en una plaga.

"La tilapia es una especie invasora que compite por el alimento con el ajolote y la rana Moctezuma (endémicas y en peligro de extensión); se come los huevos del ajolote y a las ranas pequeñas", apuntó Merlo.

A una mujer con sus hijos le urge atravesar el canal. Jala el puente flotante, suerte de embarcación con una larga cuerda atada de un lado a una chinampa y del otro a tierra firme, donde enseguida se escucha el estruendo de automóviles.

"A mi hija se le hace tarde para la escuela", exclama la mujer, mientras la adolescente termina de jalar el puente colgante. Del otro lado esperan abordar dos mujeres con bolsas de mercado que llevarán a su chinampa.