Presidente electo de Túnez quiere dejar atrás autoritarismo

Constitución limita poderes del jefe de Estado y fortalece los del primer ministro

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Túnez. AFP. El presidente electo de Túnez, Beji Caid Essebsi, prometió “pasar la página” del “autoritarismo” en este país, cuna de la Primavera Árabe, que afronta muchos desafíos en su transición hacia una democracia.

“Estoy a favor de pasar la página completamente”, dijo Essebsi en una entrevista televisiva difundida el lunes.

Essebsi, de 88 años, es un veterano político que fue ministro durante el régimen de Habib Bourguiba y presidente del Parlamento durante el gobierno de Zine el- Abidine Ben Alí, los dos únicos presidentes hasta ahora de Túnez, ambos de clara tendencia autoritaria.

Essebsi, quien ganó las elecciones celebradas el fin de semana , afirmó que “la hegemonía es una ilusión (...) Y no va a haber una vuelta a aquello”.

La elección del político antiislamista, que se impuso en los comicios presidenciales con 55,68% de los votos, marca el fin de un ciclo en Túnez, luego de que las movilizaciones populares durante la Primavera Árabe , en enero del 2011, dieron paso a una transición marcada por el surgimiento de grupos yihadistas y los problemas económicos y sociales.

Poder balanceado. Para evitar cualquier retroceso, la nueva Constitución, adoptada a principios de año, limita los poderes del jefe del Estado y otorga gran parte de las atribuciones del Ejecutivo al responsable del Gobierno.

Los observadores electorales de la Unión Europea (UE) celebraron el martes que Túnez haya elegido “por primera vez a un presidente en una elección creíble y transparente”.

La comunidad internacional ya había destacado los comicios en ese país, frente a las transiciones de otros Estados que vivieron procesos similares, los cuales desembocaron en el caos o la represión por parte de los Gobiernos.

Por su parte, muchos partidarios del presidente saliente, Moncef Marzouki, no esconden su descontento y los temores que les genera la victoria de Essebsi.

Marzouki anunció ayer la creación de un “movimiento popular de ciudadanos, ante todo para impedir una vuelta a la dictadura”.

“Hay extremistas que quieren hacer volver a Túnez al pasado, lo cual puede constituir un peligro para la estabilidad del país”, sostuvo el dirigente.

“Organícense de manera pacífica y democrática para ser la fuerza que rechace a la dictadura (...) y le impida intentar infiltrarse y regresar por la ventana después de que la sacáramos por la fuerza”, puntualizó.

Los resultados de la elección presidencial del domingo simplemente “invirtieron el curso de la historia”, afirmó el abogado Samir Ben Amor, miembro de la comisión ejecutiva del Congreso para la República (CPR), el partido de Marzouki.

En el sur del país, donde el presidente saliente salió vencedor en las elecciones, se produjeron varios choques entre la Policía y los manifestantes.

Aunque aún no está fijada la fecha de investidura del nuevo presidente, Essebsi tiene ahora la tarea de formar un gobierno en coalición, ya que su partido ganó las legislativas, pero sin mayoría absoluta , con 86 escaños de un total de 217.

Por ello deberá pactar con la segundo formación, el partido islamista Ennahda, que obtuvo 69 diputados, a quienes atacó con virulencia durante la campaña.

En tanto, los otros 62 puestos del Congreso pertenecen a una amplia horquilla de partidos que van desde la extrema izquierda hasta el centro derecha.

Después de constituirse, el nuevo Ejecutivo deberá pasar a la acción en varios frentes, para atacar el desempleo y la miseria, además de dar respuesta a la amenaza de los yihadistas, que han matado desde 2011 a decenas de militares y figuras políticas.