Nicaragua autoriza visita de la CIDH para investigar represión de protestas

Gobierno de Ortega promete colaborar con el trabajo de la misión

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Managua. El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, autorizó este lunes el ingreso de una misión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para analizar la situación del país y allanar el camino a un diálogo, tras sangrientas de protestas antigubernamentales que dejaban más de 50 muertos, saqueos e incendios.

“Nicaragua expresa su anuencia para que en el menor tiempo posible la comisión realice dicha visita de trabajo, con el objeto de observar in loco la situación de los derechos humanos” en el país, indicó el canciller nicaragüense, Denis Moncada, en una misiva publicada por el secretario general de la OEA, Luis Almagro, en Twitter.

El gobierno hizo la invitación antes de que venciera este lunes el plazo de tres días que la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) otorgó a Ortega para permitir el ingreso de la CIDH con el fin de “aclarar las muertes y desapariciones de nicaragüenses” ocurridas en las protestas.

Se trata de una de las condiciones impuestas por los obispos para instalar, en calidad de mediadores, una mesa diálogo propuesta por el gobierno para solucionar la grave crisis que vive el país desde que se iniciaron las protestas el 18 de abril y que dejan al menos 53 muertos, más de 400 heridos, unos 60 desaparecidos, decenas de negocios y casas saqueadas y quemadas y denuncias de detenciones ilegales.

Ortega bajo presión

Ortega accedió tras fuertes presiones ejercidas por Estados Unidos, la Organización de Estados Americanos (OEA), numerosos sectores nicaragüenses y crecientes manifestaciones que buscan la democratización del país y su renuncia a la Presidencia.

“En una situación como la que vive Nicaragua es esencial la presencia de la CIDH como elemento de credibilidad, confianza y esclarecimiento” de los actos violentos ocurridos en las protestas, afirmó Mauricio Herdocia, experto en Derecho Internacional.

También es crucial “para que las partes puedan sentarse a la mesa de negociación” pese a que en los últimos días “se han agravado los acontecimientos”, señaló.

“Es un paso positivo, pero es un primer paso, aún hay un camino largo” que recorrer para resolver la crisis, estimó el excanciller Norman Caldera.“Tengo todas mis esperanzas en los resultados que puedan conseguir los obispos en un diálogo” antes de que el país entre a una “espantosa” ola de violencia, expresó Caldera.

Los obispos dijeron el viernes que la apertura del diálogo dependía también del cese la represión contra los manifestantes y la supresión “de los cuerpos paramilitares y fuerzas de choque que intimidan, coaccionan y agreden a los ciudadanos”.

Pese a que Ortega aceptó las condiciones, el fin de semana recrudeció la represión al atacar con antimotines y fuerzas de choque a manifestantes en la ciudad sureña de Masaya, un antiguo bastión sandinista, que reclama su renuncia como buena parte del país.

Masaya vivió “días de represión durísimas y de violencias por parte de grupos paramilitares apoyados por la Policía atacando a la gente”, destacó Augusto Rodríaguez, un párroco de la ciudad.

Fue “una tragedia, una masacre”, denunció la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH), una organización no gubernamental.

Las manifestaciones continuaban este lunes: había cortes de vías en al menos 43 puntos de 15 departamentos del país y protestas organizadas por los denominados “autoconvocados”, un movimiento sin liderazgo integrado por sectores inconformes con el gobierno que salen a las calles de manera espontánea.

Los manifestantes piden la renuncia del presidente Ortega, un exguerrillero de 72 años que gobernó durante la revolución sandinista de los años 80 y retornó al poder en el 2007.

Este lunes, los saqueos continuaron en Masaya, mientras que en el municipio de Sabaco, en el centro del país, donde había un bloqueo de ruta, se reportó otro enfrentamiento con fuerzas de choque que habría causado un muerto y varios heridos.

En Managua, una mujer a bordo de una camioneta pasó disparando contra taxistas que protestaban contra el alza del combustible en una rotonda, mientras que el vigilante de un mercado murió tras ser atacado a balazos.