Michel Temer asume riendas de un Brasil dividido y sumido en crisis económica

Desempleo récord afecta a 11 millones de personas, inflación galopante y una economía que se contraerá 3,16% este año

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Brasilia

Con la promesa de iniciar "una nueva era" y entregar a su sucesor "un país pacificado, reconciliado y en crecimiento económico", Michel Temer asumió el miércoles las riendas de un Brasil muy dividido en lo político y con un panorama sombrío.

Deberá enfrentarse a un desempleo récord que afecta a más de 11 millones de personas, una inflación galopante, un gigantesco ddéficit fiscal y una economía que se contraerá 3,16% este año.

Quien fue compañero de fórmula de la presidenta Dilma Rousseff la sucedió tras jurar en una breve ceremonia que tuvo lugar en el Senado, que horas antes había destituido a la primera mujer que llegó al Gobierno en Brasil. Se puso fin así a un ciclo de 13 años de gobiernos de izquierda en el gigante suramericano.

Temer, de 75 años, exvicepresidente de Rousseff y ahora su enemigo político, debe gobernar hasta enero del 2018 después de que a Cámara Alta encontró culpable a Rousseff y la alejó definitivamente del poder por votación de 61 sufragios contra 20. Se necesitaba un mínimo de 54.

La exmandataria fue inculpada de violar las leyes federales al trasladar fondos oficiales para fines distintos a los asignados antes de su campaña en procura de su reelección en el 2014. Los opositores argumentaron que esas maniobras contables le permitieron elevar el gasto público para conquistar votos.

Pero Rousseff siempre sostuvo que esa práctica, en la cual presuntamente incurrieron sus predecesores, no constituiían delito alguno, por lo cual no había base para someterla a un juicio político (impeachment).

Aunque la destituyó, el Senado rechazó una propuesta para inhabilitar políticamente a Rousseff, durante ocho años, al no lograr 54 votos (dos tercios).

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El alejamiento de Dilma Rousseff cierra una sangría política que desde hace nueve meses mantuvo en vilo a la mayor economía de América Latina y que tiene a los principales partidos embarrados en causas de corrupción.

La exgobernante, visiblemente afligida, no tardó en reaccionar tras conocer la decisión de los senadores. "Condenaron a una inocente y consolidaron un golpe de Estado parlamentario", expresó en una rueda de prensa.

Agregó: "61 senadores sustituyeron la volunta expresa de 54,5 millones de votos. Es un fraude contra el que vamos a luchar en todas las instancias posibles".

El fallo de la Cámara podría no ser definitivo ya que puede ser sometido a consulta del Supremo Tribunal Federal.

Poco qué celebrar. Temer se juramentó horas antes de viajar a China para una cumbre del Grupo de los 20 (G20), este fin de semana, en la que intentará "buscar recursos e inversores" para Brasil.

"Hoy inauguramos una nueva era (...) Tenemos que salir de aquí con un aplauso del pueblo brasileño", manifestó.

Pero revertir la recesión que golpea al país no será tarea fácil. Cifras del Banco Central prevén un decrecimiento economico del 3,16% este año, el déficit fiscal cerrará en al menos $48.000 millones y la inflación interanual a julio de este año era de 9,6% y la acumulada desde enero a ese mes alcanzaba el 5,8%.

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David Fleischer, profesor emérito en Ciencias Políticas de la Universidad de Brasilia, dijo que para frenar los disparados déficits presupuestales, Temer necesitará limitar los gastos gubernamentales con la implementación de varias medidas de austeridad, que van desde reformar los sistemas de pensión y bienestar social, hasta controlar los incrementos salariales de los empleados del gobierno.

Esos movimientos posiblemente enfrenten oposición en el Congreso por parte de legisladores renuentes a votar reducciones en tales áreas como el sistema de jubilación del país. Para aliviar las ansiedades, la administración de Temer emitió el lunes un comunicado en el que aseveró que no se planea rescindir de los programas sociales y reducción de pobreza que instituyó el Partido de los Trabajadores durante los últimos 13 años.

Rechaza que el presidente quiera incrementar la edad de jubilación de 70 a 75 años o eliminar los pagos por enfermedad, cuyas posibilidades se manejaron.

Lejos quedaron los días del milagro socioeconómico que inició el presidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011), padrino político de Rousseff, quien sacó a 29 millones de personas de la pobreza y al país del mapa de hambre de las Naciones Unidas.

Sombra de la corrupción. En el frente político, el nuevo gobernante deberá enfrentarse a una ya anunciada feroz lucha por parte de la oposición. "Escuchen bien: ellos (los senadores) piensan que nos vencieron, pero están engañados. Sé que todos vamos a luchar. Habrá contra ellos la más firme, incansable y enérgica oposición que un gobierno golpista pueda tener", prometió Rousseff.

Temer tampoco escapó a las revelaciones en torno al megaescándalo de corrupción en Petrobras, en varias delaciones hechas por acusados que buscan reducir sus condenas.

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El exvicepresidente niega cualquier vinculación con la trama y la Justicia nunca ha presentado cargos contra él.

Y también necesitará de gran habilidad para hacer alianzas en el fragmentado Parlamento, mientras carga con la sombra de "usurpador".

La crisis económico-política se entrelazó con un escandaloso fraude que drenó más de $2.000 millones de la empresa estatal Petrobras.

Aunque salpica a todas las fuerzas políticas, el escándalo conocido como Lava Jato terminó por cercar al gobierno del Partido de los Trabajadores (PT).

También empañó la imagen del político mejor valorado por los brasileños, el expresidente Lula, en la mira por obstrucción de la justicia y corrupción.

Brasil aparece en el puesto 76 del Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional, sobre un total de 168 países. De hecho, más de la mitad de los 81 senadores que juzgaron a Rousseff están investigados o fueron acusados por causas de corrupción.

Temer quiere dar vuelta la página, pero será difícil en un país dividido y traumatizado por meses de revelaciones que salpican a toda la clase política.