México inflige segundo golpe al narcotráfico en una semana

Omar Treviño fue detenido ayer en un operativo incruento en Monterrey

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México. AFP y AP. Las fuerzas de seguridad de México lograron ayer la segunda gran captura de un capo del narcotráfico, en una semana, y asestaron una nueva estocada al cartel de los Zetas al detener a su cabecilla, Omar Treviño Morales, alias Z-42.

La detención de Treviño se logró “sin disparar ni un solo tiro, con mucha precisión, un trabajo de inteligencia muy puntual y la participación de todas las autoridades”, dijo a la prensa Rodrigo Medina, gobernador del estado de Nuevo León.

El Z-42 fue aprehendido el miércoles en la madrugada por efectivos de la Policía Federal y del Ejército en San Pedro Garza García, uno de los municipios más ricos de México situado en la zona metropolitana de Monterrey, Nuevo León.

El capo, de 41 años, asumió el liderazgo del cartel tras la captura, en julio del 2013, de su hermano Miguel Ángel Treviño , alias Z-40, uno de los más temidos.

Su arresto llega poco después de otro gran golpe a los grupos del crimen organizado: l a captura, el viernes en la madrugada, de Servando la Tuta Gómez, jefe del cartel los Caballeros Templarios del estado de Michoacán (oeste), entonces el barón más buscado de México en ese momento.

Aunque los Zetas están hoy debilitados, la Fiscalía mexicana ofrecía por el Z-42 alrededor de $2 millones y Estados Unidos, otros $5 millones.

¿Qué significa la captura? Raúl Benítez, experto en seguridad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y quien ha analizado por años el caso de los Zetas, dijo que la captura de Z-42 es un golpe “muy importante para el Gobierno” y contra un cartel que ha sido de los más violentos no solo con sus rivales, sino también con la población civil.

“Los Zetas y La Familia Michoacana eran especialmente agresivos contra la población... y eso los hacía muy peligrosos”, declaró el especialista. La Familia es el antecesor de los Caballeros Templarios .

“Con Omar Treviño cayó el último de los líderes sólidos de los Zetas, aunque el problema grande ahora es que, si se dividen en grupos, esto puede llevar a más violencia por la competencia interna entre ellos”, advirtió Mike Vigil, exjefe de Operaciones Internacionales de la Administración para el Control de Drogas (DEA, estadounidense).

Exsicario del cartel del Golfo, Omar era despiadado y se habría jactado de haber matado personalmente a unas 1.000 personas, pero “no era tan temido como su hermano”, aseguró Vigil.

La detención es una nueva bocanada de oxígeno para el presidente Enrique Peña Nieto, quien afronta, desde hace meses, una crisis política por la desaparición –hace cinco meses– de 43 estudiantes a manos de policías, en contubernio con el cartel narcotraficante Guerreros Unidos.

Peña también encara una polémica desatada por casos de posibles conflicto de interés por la compra de una casa y la de su secretario de Hacienda a contratistas de obras del Gobierno.

“El Gobierno necesita demostrar que algunas de sus políticas son exitosas. Y en este caso es indudable que la estrategia contra el narcotráfico camina bien”, comentó Benítez.

Los Zetas fueron inicialmente un selecto grupo de sicarios, formado por militares de élite desertores, algunos entrenados antes por el Ejército de EE. UU.

Esto, al servicio del cartel del Golfo, con el cual rompió, y se expandió desde Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas hasta la frontera sur de México. El cartel sembró el terror a base de decapitar, mutilar y colgar a sus víctimas.

Alrededor del 2010, los Zetas rompieron relaciones con el cartel del Golfo y desataron una batalla a sangre y fuego en sus territorios para controlar el tráfico de drogas, de migrantes, robo de gasolina, y otras actividades delictivas.

A los Zetas se les tiene por los grandes potenciadores de la violencia durante la ofensiva militar lanzada por el expresidente Felipe Calderón en el 2006, desde cuando se han cometido al menos 80.000 asesinatos y 22.000 desapariciones en México.

Una de las mayores atrocidades que se les atribuyen es la matanza de 72 migrantes de Centro y Suramérica en un rancho de San Fernando, Tamaulipas (noreste), en el 2010.

Con la caída de los hermanos Treviño “baja la estrategia de exposición pública de Los Zetas y todo lo que habían sido de aterrorizar a la sociedad, con los descabezamientos y la sangre”, expresó Guadalupe Correa, directora del Departamento de Gobierno de la Universidad de Texas en Brownsville.

Correa, experta en seguridad de la frontera mexicana con Estados Unidos, cree que los Treviño pueden ser considerados jefes de sicarios, pero no las cabezas empresariales de esta organización que opera más allá de México.

La analista señala que la pugna entre el cartel del Golfo y los Zetas , que había convulsionado ciudades fronterizas como Nuevo Laredo o Reynosa, cesó con un aparente pacto de control de territorios y división de actividades delictivas.

Desde su llegada al poder en diciembre del 2012, el gobierno de Enrique Peña Nieto ha descabezado a los principales carteles de México, aunque los expertos advierten que esto ha generado la eclosión de grupos delincuenciales más pequeños dedicados a crímenes que afectan más a la población como extorsiones o secuestros.

La detención en febrero de 2014 de Joaquín el Chapo Guzmán, el narco más buscado del mundo, fue la más importante de su gestión. El considerado sucesor de el Chapo al frente del cártel de Sinaloa, Ismael el Mayo Zambada, sería ahora el último gran capo mexicano en libertad.