Médico congoleño denuncia la violación como 'arma' para destruir a las mujeres

'En las zonas en conflicto, las batallas se libran en los cuerpos de las mujeres'

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París

La violación es un "arma barata y eficaz" que destruye a las mujeres y a las sociedades en medio de la indiferencia, denuncia el ginecólogo congoleño Denis Mukwege, incansable portavoz de las víctimas de violencia sexual que publica esta semana su autobiografía.

"Hemos trazados líneas rojas contra el uso de las armas químicas, biológicas y nucleares. Hoy, debemos trazar una línea roja contra la violación como arma de guerra", reclama este doctor, de 61 años, en una entrevista con la AFP.

Conocido como "el hombre que cura a las mujeres", por el título de un documental dedicado a su trabajo, este reconocido cirujano fundó en 1999 un hospital en Panzi, en la República Democrática del Congo, en donde atiende a las mujeres ultrajadas en los conflictos que azotan el este de ese país desde hace más de 20 años.

Violaciones metódicas, disparos al nivel de los genitales, introducción de objetos y armas, mujeres de pueblos enteros violadas en una noche... El doctor Mukwege presencia de cerca lo que denomina "los abismos del horror".

"En las zonas en conflicto, las batallas se libran en los cuerpos de las mujeres", añade este hombre de voz suave y cuerpo imponente. "Cuando se desencadena una guerra, no hay fe ni ley. Los que sufren son las mujeres y los niños".

En los últimos meses, este médico y activista que afirma dormir poco compiló en un libro sus recuerdos, los más felices y los más tristes, a menudo marcados por los conflictos armados.

Su libro, Plaidoyer por la vie (Alegato a favor de la vida), lo escribió para "decir lo que piensa" y hablar sobre ese país en el que "nadie se preocupaba por las mujeres".

Hijo de un pastor, Denis Mukwege descubrió su vocación cuando tenía apenas ocho años al acompañar a su padre a visitar a un niño moribundo. "Un día seré un muganga", decidió ese día, refiriéndose a la palabra con la que se designa a las "camisas blancas" que llevan los médicos.

Sus pacientes. "Hoy, curo a las víctimas de violencia sexual, algo que jamás se me habría ocurrido antes de atender a mi primer paciente", cuenta este hombre casado y padre de cinco hijo, que durante su carrera ha operado a miles de mujeres.

En un primer momento, su hospital recibía a diez mujeres al día, pero con "la reducción de las zonas en conflicto" este cifra ha disminuido. "Este año recibimos a entre seis y siete", señala.

Pero no por ello grita victoria. Lo que le preocupa ahora es la llegada al centro de un número creciente de niñas de menos de cinco años.

"Las víctimas ya no vienen únicamente de zonas en conflicto, sino de zonas consideradas más tranquilas", añade. La violación se "ha propagado" en la sociedad como un cáncer.

"Es la consecuencia de la indiferencia general", señala. Pero, "si unimos nuestra fuerzas" podemos crear "una línea roja", insta, denunciando la situación de las mujeres sirias "violadas en las cárceles" o de las "yazidíes vendidas" en Internet.

En los últimos años Denis Mukwege ha multiplicado los discursos ante instancias internacionales y recibido numerosos reconocimientos, como el Sájarov de derechos humanos del 2014. Su nombre ha sido también citado en varias ocasiones para el Nobel de la Paz.

Pero, en su país, la atención internacional que ha recibido no es bien vista. Bajo amenaza, ha escapado de la muerte en varias ocasiones y vive bajo protección permanente.

"Las víctimas están condenadas a perpetuidad... Y sus verdugos ¿qué?", se pregunta, mientras reclama "un tribunal penal internacional para el Congo" para juzgar "todos esos crímenes que quedan impunes".

El doctor Mukwege, quien figura en la lista de personas más influyentes en 2016 de la revista Time, excluye lanzarse un día a la política. "Este no es un combate para conquistar el poder. Es un combate para conquistar la libertad y la justicia", concluye.