Largo camino separa a los filipinos de la normalidad

Además de casas, fenómeno destruyó también medios de subsistencia

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Tanauan. AFP. El tifón Haiyan, que arrasó Filipinas hace más de una semana, destruyó viviendas, pero también medios de subsistencia, lo que hace presagiar un porvenir difícil para numerosos comerciantes y pequeños empresarios damnificados.

Desde el paso el 8 de noviembre de uno de los tifones más poderosos que hayan tocado tierra, prever el futuro no es la prioridad de los damnificados que deben ante todo sobrevivir en este apocalipsis, sin casas, ni agua ni alimentos.

Aleda Afable debió escoger entre matar a la última vaca de su rebaño arrastrado por las olas gigantes provocadas por la tempestad, o conservar el último recuerdo de su inversión. El hambre decidió por ella. “Este lugar no va probablemente a ser reconstruido antes de varios meses, o incluso un año”, dice, viendo las ruinas de la pequeña ciudad costera de Tanauan.

“Me vi obligada a matar a la vaca porque la ayuda llega a cuentagotas”, añade, mientras que dos hombres limpian la cola y la piel, todo lo que queda del animal después de haber compartido la carne con sus vecinos que no habían comido casi nada desde hacía varios días.

“Esta catástrofe ha hecho iguales a todos. Ya no hay más ricos ni pobres, y a quienes les queda aún algo, deben compartirlo”, estima esta madre de dos niños.

La familia de Aleda Afable era relativamente acomodada y su casa de dos pisos es una de las pocas en mantenerse aún en pie en Tanauan. En esta pequeña ciudad muy animada hace solo pocos días, los almacenes de la calle principal fueron reducidos a un montón de escombros que comienzan apenas a ser despejados.

Según la última evaluación de la ONU, en total 5,1 millones de trabajadores vieron sus medios de subsistencia afectados por el tifón, sobre todo numerosos pescadores que perdieron su barco o agricultores sus cosechas.

Mientras tanto, las operaciones de ayuda proseguían a un ritmo sostenido, después de las numerosas críticas sobre la lentitud del proceso. La aceleración de la ayuda se ha visto propiciada por la llegada el jueves por la noche del portaaviones estadounidense George Washington, con sus miles de marines a bordo.

Desde entonces, sus aviones y helicópteros han podido llevar comida, agua y tiendas de campaña a zonas remotas y aisladas.

El último balance del Gobierno es de 3.681 muertos y 1.186 desaparecidos. La ONU habla por su lado de cerca de 4.500 muertos, pero afirma que el balance crecerá.

Ayer se esperaba la llegada del buque de guerra británico HMS Daring. Londres anunció en paralelo el despliegue de un portahelicópteros, que se prevé llegue de aquí al 25. Por su lado, Tokio enviará 1.200 soldados, tres buques, diez aviones y seis helicópteros.

China anunció ayer que está “lista” para enviar personal médico, sin precisar cuándo.