La India ve esfumarse el sueño de ser superpotencia

Devaluación histórica de la rupia obliga al Gobierno a tomar medidas

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Nueva Deli. EFE y AFP. . Hace dos décadas, la India comenzó a liberalizar su economía y el proceso la catapultó este milenio a un vertiginoso crecimiento, pero hoy el sueño de ser una superpotencia mundial parece esfumarse por su cada vez más delicada coyuntura.

La rupia india cayó el martes a un nuevo mínimo histórico, debilitada por la amenaza de una ralentización de la economía y el coste de un enorme plan de ayuda alimentaria a 800 millones de personas.

La divisa india registra la mayor baja entre las grandes monedas asiáticas desde principios de año (-20%). El martes bajó a 65,71 rupias por dólar, un nuevo récord, superando el mínimo anterior que databa del jueves (65,56).

Quizás exageradamente, muchos han comparado la crisis actual con la de 1991, cuando, en un episodio recordado con cierta deshonra, el gigante asiático pidió ayuda al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial por problemas en la balanza de pagos.

La India era en aquella época un país autárquico que se abastecía de petróleo a través de Moscú, su gran aliado comercial, pero la caída de la Unión Soviética lo obligó a comprar energía en el mercado libre y la guerra del Golfo cerró el grifo de importantes remesas.

Con una inflación desbocada y una alta tasa de desempleo, Nueva Deli se quedó ese año con unas reservas de divisas al mínimo, suficientes para pagar solo dos semanas de importaciones.

El cambio. El rescate internacional trajo bajo el brazo el mandato de iniciar una serie de profundas reformas económicas, lideradas por el hoy primer ministro, Manmohan Singh –en ese momento titular de Finanzas–, que introdujeron a la India en el libre mercado.

La historia que vino después se conoce: nace la India moderna, con crecientes núcleos urbanos y grandes centros comerciales, con sus nuevos ricos, la burbuja inmobiliaria, apertura del turismo o la aparición de una pequeña clase media con mas capacidad de consumo.

El presente milenio registró aumentos exponenciales de la inversión extranjera, subidas anuales de la renta per cápita y un crecimiento del PIB cercano a los dos dígitos.

Un cuento de éxito con el que los líderes indios y parte de la comunidad internacional llegaron a creer que la India, que se veía fuerte ante la crisis financiera global, podría codearse con China.

Hasta que llegó el 2011, año en el que empezó la caída gradual de los indicadores macroeconómicos.

El PIB se desaceleró –en 2012 -13; fue un 5 %–, la producción industrial se apagó y las exportaciones se estancaron. Todo ello en una fase criticada por los analistas de extraordinaria pasividad reformista, en el segundo mandato de un Singh que hasta hacía poco había vestido el traje de artífice del milagro.

Con la explosiva crisis de divisa actual, algunos expertos temen consecuencias mayores.

El Gobierno, que en las últimas semanas liberalizó sectores de su economía para atraer inversiones a la desesperada, al tiempo que ha restringido la salida de capitales del país para frenar la devaluación, aprobó el martes un masivo plan para crear infraestructuras por valor de más de $26.500 millones.

Los críticos subrayan que la devaluación de la rupia repercutirá en la inflación, que las autoridades se han esforzado en controlar estos años incluso. A pie de calle, de momento, llama la atención la inflación de un producto básico como la cebolla, en un país donde la mayoría gana menos de $2 al día.