La coca o la paz: el dilema de los campesinos colombianos

Sembrar un kilo de coca les genera los mismos ingresos que cuatro de maíz

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Corinto. AFP ¿La hoja de coca o el olivo de la paz? Las negociaciones entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) plantean un dilema a los productores que viven de cultivos prohibidos, los cuales siembran también la violencia desde hace décadas.

En las montañas de Cauca, un departamento del suroeste de Colombia, fuertemente afectado por el conflicto armado que hace 50 años azota Colombia, las discusiones en Cuba sobre las drogas ilícitas, el tercer punto de la agenda de diálogo entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC, parecen lejanas.

“Hasta que se apunte el problema de la pobreza, seguiremos sembrado coca y marihuana”, relató un campesino joven que tiene dos hectáreas en las alturas de la localidad de Corinto.

Para él, las cifras hablan solas: un kilo de coca le aporta menos de dos dólares y cuatro veces más que un kilo de maíz.

De todas formas, estos precios están lejos de los que alcanza la cocaína, una sustancia sintetizada a partir de esta planta, de la cual Colombia es uno de los mayores productores del mundo, con 309 toneladas de droga a partir de 48.000 hectáreas de cultivos, según reportes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). “El diálogo de paz me da miedo. ¿Qué va a pasar si vienen a arrancar todo? ¿Cómo vamos a vivir?”, expresa mientras mira desfilar a un encorvado “ejército” de jornaleros cargando pesadamente sacos llenos de hojas de coca.

Habituados. Para la presidenta de la reserva campesina de Corinto, Orfa Rojas, una erradicación brusca de los cultivos de coca generaría “una descomposición social”.

“El objetivo del Gobierno es desplazarnos para que vengan las transnacionales”, señaló.

En la zona se rumora sobre la posibilidad de una erradicación total de los cultivos, pero muchos campesinos apuestan a que las FARC los van a proteger.

“Nos vamos a defender y los guerrilleros con nosotros. Están en todas partes en la montaña”, jura un joven agricultor de la localidad vecina de San Julián.

“Si quieren culturas de sustitución, entonces que el Gobierno nos dé para vivir”, dijo su hermana, que el año pasado perdió a su hija, a causa de una bala perdida.

Mientras escuchan los mensajes del ejército en una radio local para pedir a la población que denuncie la presencia de guerrilleros, niegan con la cabeza. En los caminos de Cauca, pululan los rayados y calcomanías que ensalzan al Sexto Frente de las FARC.Las FARC, nacidas como un movimiento campesino, son la guerrilla más antigua de América Latina, cuentan con cerca de 8.000 combatientes y la colaboración de cerca de 20.000 civiles que según las autoridades constituyen una "Red de Apoyo al Terrorismo".

Protegerán cultivos. El jefe de la unidad de las FARC que opera en la región, un guerrillero que organiza bloqueos en las rutas, afirma que va a seguir protegiendo a los campesinos, en sintonía con la propuesta de una legalización de la coca o de la implantación de cultivos sustitutivos, como defienden los rebeldes en La Habana.

Marcos Yule Yatacue, gobernador de la reserva indígena de Toribio, dice a los campesinos que los cultivos ilícitos no son más que “ilusorios”.

Tanto el Ejército como la guerrilla “cobran su vacuno” (peaje) a la coca, afirma, por lo que los cultivos ilícitos siguen prosperando, a vista de todo el mundo, en las colinas sembradas de invernaderos cuyas luces alumbran la noche.

“Todo eso va a terminar muy mal”, augura el dirigente.