Izquierda ‘pragmática’ enfrentará prueba en las urnas el domingo

Buena gestión de gobierno no asegura el triunfo ni a Rousseff ni a Tabaré Vázquez

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Montevideo. AFP. El mapa político de América Latina puede cambiar el domingo después de las elecciones presidenciales en Brasil y Uruguay, dos países que han sido calificados parte del bloque de la izquierda “pragmática” de la región.

De momento, ningún experto puede pronosticar lo que sucederá en Brasil. La presidenta y candidata a la reelección, Dilma Rousseff , del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda, que lleva 12 años en el poder), está casi en un empate técnico, según los sondeos, con su rival en la segunda vuelta, el socialdemócrata Aécio Neves.

El panorama tampoco es claro en la vecina Uruguay. La sucesión del presidente José Mujica, el cual goza de una popularidad similar a la de una estrella de rock internacional, entra en la recta final con un desenlace incierto que puede llevar a la izquierda a perder el gobierno del pequeño país.

Tan solo un cambio en Brasil, que tiene una población de más de 200 millones de habitantes, sería un sacudón del tablero de la región, donde una gran cantidad de países están gobernados por la izquierda.

Izquierda diferente. Llegaron al poder en la década del 2000, luego de años de gobiernos neoliberales que hundieron en la pobreza a importantes sectores de la población, dicen los analistas.

Pero, dentro de este abanico, los expertos hacen una distinción entre la izquierda “pragmática” y la “radical”.

“La distinción tradicional es entre moderados socialdemócratas y radicales populistas”, considera Vicky Murillo, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Columbia.

Según ella, entre los primeros se cuenta el Partido de los Trabajadores en Brasil, el Frente Amplio en Uruguay y el Partido Socialista de la presidenta Michelle Bachelet en Chile. Los segundos incluyen al chavismo venezolano y el kirchnerismo argentino.

Pero, más allá de una coincidencia de retórica, la diferencia debe hacerse “en particular en términos económicos”, explicó Érick Langer, historiador y director de investigación sobre América Latina en la Universidad de Georgetown, Estados Unidos.

Desafíos de prosperidad. Fueron justamente algunas de esas medidas económicas –impulsadas durante una alentadora expansión económica– las que ponen en jaque ahora a los partidos gobernantes en Brasil y Uruguay.

En Brasil, por ejemplo, la nueva dinámica económica y social promovida por el PT desde 2003 –por medio de un cambio en las políticas públicas y sociales– permitió que 40 millones de pobres ingresaran a la clase media en una década.

Pese a que el Frente Amplio de Uruguay tiene éxitos para mostrar en sus diez años en el poder (4,4% de alza del PIB en el 2013, 11 años de crecimiento y una fuerte caída de la pobreza), el candidato oficialista Tabaré Vázquez no tiene la elección asegurada.

Paradójicamente, estos Gobiernos tienen dificultades para satisfacer las exigencias de la clase media a la que ayudaron a fortalecer.

“Han hecho mucho para servir a los pobres, pero no han tenido en cuenta que ya no es solo a los pobres que hay que atender, sino a la clase media”, lo que es “mucho más costoso” y difícil en tiempos de desaceleración, afirma Langer.

“La educación y la salud son importantes temas de campaña y son una deuda de la izquierda en el poder”, subraya Murillo.

Así lo reflejan las encuestas. Por ejemplo, Rousseff lidera la intención de voto entre la gente con menores ingresos y entre quienes tienen estudios primarios.

Para Langer, “el mejor ejemplo” de pragmatismo es el presidente boliviano, Evo Morales , el líder que ha permanecido más tiempo en el poder en el continente y fue reelegido el 12 de octubre para un tercer mandato de seis años.

Pese a su discurso, centrado en el antiimperialismo, que lo colocaría dentro del bloque de la izquierda radical, “ha hecho bien las cosas económicamente”, dice.

“Nacionalizó los recursos naturales para aumentar los ingresos del Estado”, pero no se inmiscuyó en la administración de las empresas, explicó a la AFP.

“El discurso es una cosa; la política económica es otra”, concuerda Francisco Mora, director del Centro Latinoamericano de la Universidad Internacional de Florida, Estados Unidos.

El grupo de los radicales (Argentina y Venezuela) quedaría más aislado y sus problemas económicos –altas tasas de inflación y estrictos controles de cambio– más expuestos si hay un sacudón en el equilibrio de fuerzas de la región.

La presidenta argentina, Cristina Fernández, quien ha dado a sus socios del Mercosur (Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela) más de un dolor de cabeza por sus restricciones a las importaciones, deberá utilizar sus argucias para poner cara de buenos amigos en caso de que gane Neves en Brasil o el candidato del Partido Nacional (PN, centroderecha), Luis Lacalle Pou, en Uruguay.

Al menos, la convivencia no sería demasiado larga.

La presidenta no puede postularse en las elecciones presidenciales del año próximo porque la Constitución solo permite una reelección consecutiva.

Y aún es incierto quién es el candidato ideal del kirchnerismo para garantizar la continuidad de un proyecto que en el 2015 llevará más de 12 años.