Ir al mercado en Bagdad puede ser la última tarea

Comerciantes y compradores pueden ser víctimas de un atentado terrorista

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Bagdad. AFP. “Cuando voy a trabajar, me despido de mi familia como si no volviera a verla, y pongo mi vida en manos de Dios”. Ali Hussein, vendedor de sandalias, inicia así su jornada antes de ir al mercado Bab Al Sharqi de Bagdad, siempre bajo la amenaza de atentados.

Un clima sombrío reina en los mercados de la capital iraquí. La ola de atentados impone el miedo, y la gente ya no se detiene tanto ante los puestos de frutas y verduras, de animales vivos o de libros.

“Cada día es peor que el anterior”, añade Ali Hussein, de 32 años, en este mercado situado en el centro histórico de la capital.

“Antes, cuando se trabajaba el viernes (día feriado semanal), ganábamos dinero y podíamos comprar cosas para los niños. Pero, ahora, todo va mal, las cosas empeoran a diario”, afirma, aludiendo a los múltiples atentados con explosivos que se producen en Bagdad.

El miércoles, 70 personas murieron y mas de 200 resultaron heridas al explotar una docena de coches bomba en varios lugares de la ciudad. Estos fueron los más recientes ataques de una ola de atentados en Bagdad que duró todo el verano.

El jueves, en Samarra, norte del país, 16 personas quedaron destrozadas al explotar una bomba en un mercado de frutas y verduras.

Los clientes huyen. En la calle Mutanabi de Bagdad, conocida por sus librerías y mercadillos de libros, el vendedor Haithim Al Shimari, de 38 años, asegura que cada vez hay menos gente.

“El día después de un atentado, reina la calma”, y casi no hay clientes, asegura. “Y desde hace dos o tres meses, se ve a muy pocas familias por aquí”, añade, y señala hacia la calle peatonal, donde los raros paseantes son todos hombres.

El refuerzo de los controles por parte de las autoridades, para prevenir atentados, agrava los problemas de tráfico y complica los desplazamientos de los habitantes, expresa el comerciante.

“Yo necesito de una hora y media a dos horas y media para ir al trabajo, y después de la 1 p. m. todos los mercados cierran debido a esta situación”, agrega.

“En esta calle, las tiendas estaban abiertas hasta las 9 p. m. en esta época del año, pero ya no es el caso. Ahora, la gente solamente trabaja algunas horas por día”, expresa Haithim Al Shimmari.

En el mercado de Bab Al Sharqi, otro vendedor de zapatos, Saad al-Saadi, reconoce que los negocios van mal. Pero, afirma, ello no impide a la gente hacer compras e ir a trabajar ya que tienen la costumbre de vivir estar enfrentados a la violencia.

“Cuando hay una explosión, la gente vuelve a salir al día siguiente. Se ha vuelto algo normal, convivir con la violencia” , manifiesta este vendedor, de 40 años.