España envía a juicio a 18 líderes independentistas de Cataluña

Nueve de ellos enfrentan cargo por rebelión; otros por malversación o desobediencia

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Madrid. El Tribunal Supremo español envió este jueves a juicio a 18 dirigentes catalanes implicados en el intento de secesión de octubre del 2017, entre los que no estará el entonces líder regional Carles Puigdemont al hallarse actualmente en Bélgica.

Una vez finalizada la instrucción, el Tribunal confirmó la acusación de rebelión contra nueve dirigentes independentistas en prisión preventiva que deberán ser juzgados a principios del 2019.

Entre ellos figuran el exvicepresidente catalán Oriol Junqueras y otros cinco miembros del ejecutivo del expresidente Puigdemont (Joaquim Forn, Jordi Turull, Raul Romeva, Josep Rull y Dolors Bassa), que se arriesgan a hasta 25 años de prisión.

La antigua presidenta del Parlamento regional Carme Forcadell y los activistas Jordi Cuixart y Jordi Sánchez, líderes de dos influyentes asociaciones independentistas, también están acusados por este delito que genera controversia entre los juristas.

Además, otros tres antiguos componentes del gobierno serán juzgados por malversación mientras que algunos exdiputados regionales lo serán por desobediencia, ambos con penas menos severas.

En cambio, queda por ahora fuera de la causa el expresidente Carles Puigdemont, protagonista de ese intento de secesión, quien se encuentra exiliado en Bélgica, fuera del alcance de la justicia española.

En marzo fue arrestado en Alemania, pero el tribunal local que estudió su extradición decretó entregarlo a España solo por el delito de malversación y no el de rebelión.

Ante esta situación, que suponía un agravio para el resto de acusados en España, el Tribunal Supremo decidió retirar su petición de extradición y declaró en rebeldía a Puigdemont, desistiendo de juzgarlo por ahora.

¿Hubo rebelión?

Para los independentistas, la decisión alemana ratifica su postura de que no existió ninguna rebelión, un delito que implicaría la existencia de un "levantamiento violento y público" en su intento de separar Cataluña de España.

Algunos juristas españoles discuten también la existencia de un “levantamiento violento” en el intento de secesión que culminó con la proclamación de una república fallida por parte del Parlamento regional el 27 de octubre de 2017.

Previamente, el primero de ese mes, el Gobierno autónomo había impulsado la celebración de un referendo ilegal de autodeterminación que quedó marcado por la actuación violenta de los policías enviados por Madrid para impedirlo.

Semanas atrás, Amnistía Internacional reclamó la liberación de Jordi Sánchez y Jordi Cuixart por considerar desproporcionado su encarcelamiento por convocar una manifestación en setiembre del 2017 ante un edificio registrado por la Guardia Civil.

Si bien los manifestantes dañaron dos vehículos policiales aparcados y la protesta impidió la salida de los agentes durante horas, la jornada terminó sin ningún herido.

Con esta decisión del Tribunal Supremo, se abre un plazo de cinco días para que la Fiscalía y el resto de acusaciones presenten sus escritos de acusación.

Diálogo en veremos

La apertura del proceso puede complicar el incipiente diálogo entre el ejecutivo independentista catalán dirigido por Quim Torra y el gobierno español de Pedro Sánchez un año después de la grave crisis política que sacudió el país.

“Que sepa el Estado español que los catalanes nunca aceptaremos una sentencia que no sea la libre absolución y, si fuera lo contrario, nos enfrentaremos a estas sentencias”, advirtió Torra.

Los separatistas, indispensables para aprobar los presupuestos de Sánchez, reclaman la liberación y el archivo de la causa contra sus antiguos líderes a quienes califican de "presos políticos".

Si bien algunos dirigentes socialistas califican de desproporcionada la prisión preventiva, el Gobierno central alega que la Justicia es independiente.

La cuestión catalana también tensa el debate político en España. Desde la derecha, el Partido Popular (PP), en el poder hace un año, alzó el tono contra Sánchez.

El miércoles, Pablo Casado, número uno del PP, acusó al mandatario de ser "partícipe y cómplice de un golpe de Estado" en Cataluña, provocando un duro enfrentamiento con Sánchez que le exigió retractarse.

El gobierno de entonces, dirigido por Mariano Rajoy, respondió a la proclamación de independencia destituyendo al ejecutivo de Puigdemont y convocando elecciones anticipadas que ganaron nuevamente los separatistas.

En los días posteriores a esa fallida declaración, los principales dirigentes catalanes fueron encarcelados o marcharon al extranjero como Carles Puigdemont y otros miembros de gobierno.