El huracán Irma 'fue una experiencia estruendosa'

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Culebra, Puerto Rico

Beatriz Alberts lo recuerda y lo describe con pocas palabras: "Fue una experiencia estruendosa".

Le tocó sortear la furia del huracán Irma refugiada, con 89 personas más, en una escuela en el municipio de Culebra, en una pequeña isla del mismo nombre que es parte de Puerto Rico. "Yo sentía los vientos y creía que era el fin del mundo", rememora.

Irma pasó sobre Culebra -sita en el este del archipiélago- entre el mediodía e inicios de la noche del miiércoles y dejó destrucción material, pero no hubo muertos ni heridos.

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Alberts, como muchos de sus vecinos, es una "veterana" en enfrentarse con los huracanes, visitantes frecuentes en Puerto Rico, un Estado libre asociado a Estados Unidos. Recuerda cuando le tocó vivir el azote de los vientos y lluvias del huracán Hugo, que golpeó su país el 18 de setiembre de 1989, mató a dos personas y causó pérdida por $1.000 millones.

"El huracán Hugo lo pasé en Fajardo (...) Todo tranquilo, pero con este (Irma) yo decía ¡ay, Dios mío!. Veía los abanicos, si esto me llega a caer encima. Ellos me decían 'tranquila, que no va a pasar na'", dice en declaraciones al diario El Nuevo Día, de San Juan.

"Yo sé que Dios estaba con nosotros, pero fue una experiencia estruendosa".

No fue tan fiero. Ángel Navarro, empleado jubilado de Autoridad de Energía Eléctrica, también tiene presente a Hugo y hace comparaciones con los embates de Irma. En Villa Muñeco, en Culebra, recogía este jueves los tablones de lo que horas antes fue su casa. "Nada, a levantarnos otra vez", manifiesta a El Nuevo Día.

José Pérez, con 97 años y curtido en vivir el paso de meteoros, no se sentía impresionado por Irma. "¿Usted llama esto huracán?. Esto fue un juguete, esto pasa cada rato. Cada vez que viene la luna nueva... chubasquería".

El alcale de Culebra, Wiliiam Solís, confirmó que no hubo muertes ni heridos y que los mayores daños fueron en viviendas móviles y casas de madera.