El destino infernal de las mujeres bajo el yugo de Boko Haram

Más de 500 mujeres y adolescentes fueron secuestradas desde el 2009, según HRW

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Abuya, Nigeria

Rebecca Samuel debía elegir entre esperar todavía un poco o huir. Ante la amenaza del grupo islamista Boko Haram, optó por irse dejando en la ciudad a su hija Sarah, que quería pasar los exámenes escolares finales. Nunca volvió a verla.

La estudiante fue secuestrada por los combatientes islamistas, cuando en abril de 2014 atacaron la ciudad de Chibok, en el nordeste de Nigeria.

"Lloro todos los días", dice Samuel, de 36 años, que un año después vive con su marido y sus otros hijos en Abuya, la capital de Nigeria, tras un breve exilio en Camerún.

El 14 de abril, el internado en el que estudiaba Sarah fue atacado por hombres armados de Boko Haram.

Ella y otras 275 estudiantes fueron secuestradas. Cincuenta y siete de ellas lograron escaparse, pero no hay noticias de las restantes, entre ellas Sarah.

El secuestro de las estudiantes de Chibok fue el que más portadas acaparó de entre todas las atrocidades cometidas por el grupo desde hace seis años. Pero no es el único suplicio infligido por el grupo islamista a las mujeres y a las adolescentes.

Hostilidad hacias las mujeres. Según un informe de Human Rights Watch (HRW) del año pasado, más de 500 mujeres y adolescentes fueron secuestradas por Boko Haram desde el 2009. Otras organizaciones barajan cifras más elevadas.

Con frecuencia las rehenes son violadas, obligadas a casarse y tratadas como esclavas domésticas en los campamentos del grupo extremista. Algunas jóvenes que lograron huir contaron haber sido utilizadas en primera línea del frente, durante los combates, para el transporte de municiones.

Boko Haram utiliza cada vez más a niñas y adolescentes para cometer atentados suicidas en ciudades del norte de Nigeria todavía bajo control gubernamental.

El mes pasado, un niña de apenas 7 años detonó el cinturón de explosivos que llevaba puesto en un mercado muy concurrido de Potiskum, en el nordeste, causando al menos cinco muertos y 19 heridos.

Algunas jóvenes no se atreven a vestir el hiyab o velo islámico por miedo a que la gente piense que ocultan una bomba.

El pasado fin de semana, una mujer de 33 años que se negó a someterse a un control de seguridad fue linchada y quemada en un mercado del estado de Bauchi (noreste). Más tarde, la policía reveló que no era una suicida sino que sufría de trastornos mentales.

Hauwa Mohammed es una de las 158 rehenes liberadas por Boko Haram el 23 de enero, dos semanas después de haber sido secuestrada en el pueblo de Katarko, en el estado de Yobe.

"Estaba llena de rabia y de odio" contra los islamistas, contó a la AFP, al rememorar sus semanas de cautiverio, en las que no dejó de pensar en sus tres hijas, también rehenes.

Los secuestradores obligaron a las rehenes a abrazar su credo. "íComo iba a unirme a su ideología, a los que fomentan el asesinato, la destrucción, los secuestros, las violaciones!", exclama indignada.

Hauwa Mohammed no se explica por qué fue liberada. No para de pensar en quienes tuvieron menos suerte: "Rezo (...) para que sean liberadas de la vida de horror que viven actualmente".

Condiciones para reclutar. En el norte de Nigeria, donde la insurrección islamista causó más de 13.000 muertos desde 2009, varios expertos denuncian desde hace tiempo la pobreza, la falta de acceso a la educación y de perspectivas, que desembocan en la radicalización de los jóvenes.

En esta región de mayoría musulmana, donde vive la mitad de los 173 millones de nigerianos, las niñas suelen quedar marginadas del sistema educativo.

Dos tercios de las adolescentes de entre 15 y 19 años son incapaces de leer una frase entera, en comparación con el 10% en el sur del país, de mayoría cristiana, según un estudio del British Council del 2012.

Solo el 3% de ellas acaban la enseñanza secundaria, precisa.

Sarah Samuel podría haber sido una de ellas si hubiera podido examinarse, pero no fue así y cumplió 18 años en los campamentos de Boko Haram, donde seguramente la "casaron por la fuerza" o la convirtieron "en esclava", los dos destinos que les espera, según las propias palabras del jefe del grupo, Abubakar Shekau.