Diez mujeres prepararon medio millón de hostias para la visita del Papa a Colombia

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Bogotá

En un rincón de este pequeño y tranquilo pueblo de Valle de Ubaté, ubicado a 112 kilómetros de Bogotá, queda la impecable fábrica que hizo posible esta gran producción, liderada por Blanca Cecilia Carrillo, quien junto a su esposo e hijas creó hace tres años Distribuciones Católicas, con la idea de servir de alguna manera a la Iglesia en la que creen. La llegada de Francisco ha sido una oportunidad más para cumplir con esa vocación.

"Desde hace unos diez años, con mi familia, comenzamos a trabajar en la preparación de hostias, para acercanos más a la misión evangelizadora de la Iglesia. Fue un trabajo largo, de ensayo y error. Pero, hace tres años, el 21 de mayo del 2014, logramos tecnificar todo lo aprendido en esta fábrica, gracias a que tomamos asesorías con una Ingeniera de Alimentos y una Microbióloga, porque cada día veíamos la necesidad de mejorar y conocer más cada parte del proceso", explicó Blanca Cecilia.

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Se estima que 300.000 de este medio millón de hostias fueron destinadas para la eucaristía de Francisco de este 7 de setiembre en el parque Simón Bolívar, en donde al menos 550.000 personas recibieron la comunión de los 2.500 ministros extraordinarios de la Iglesia, los 2.000 sacerdotes y los 220 cardenales encargados de entregarlas en un tiempo aproximado de 10 minutos, de acuerdo con el Comité Organizador de la Visita Apostólica de la Conferencia Episcopal de Colombia.

La ciencia detrás de cada hostia

Como en cualquier fábrica en la que se elabora un producto alimenticio, las encargadas deben usar guantes, gorro, tapabocas, bata y zapatos blancos. Además, cada paso del proceso que realizan estas mujeres es exacto y cuidadoso, para que todas las hostias que entregan tengan un grosor, textura y tamaño perfecto, según afirman.

"El primer paso es hacerle la prueba de calidad al agua que se va a utilizar", explica María Fandiño, la administradora del lugar, quien es oriunda de Carmen de Carupa, así como todas sus compañeras de la fábrica.

Para esto, María hace uso de un kit de cloro y pH, y toma una muestra de 10 mililitros del agua que será usada. Con un pH de 5 y una porcentaje de cloro de 0.4, todo indica que el agua está apta para iniciar el proceso.

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En otro cuarto iluminado y sin humedad se encuentran apilados los bultos de la harina, la materia prima de las hostias, sobre una plataforma para que no tenga contacto con el suelo. En un gran recipiente, una de las mujeres se encarga de sacar la medidas con los que prepara cada producción diaria de hostias.

"Normalmente, por cada batido que hacemos, pesamos 14 kilos de harina; después los pasamos por unos 6 minutos por la batidora con la medida indicada de agua. Así queda lista la mezcla para comenzar a trabajar", dice María.

La cocción, como haciendo crepes

Una vez esta lista la mezcla blanca, las encargadas de la cocción pasan por su porción y llenan un recipiente medidor. Después, cada una se ubica frente a una maquina redonda y caliente; con una cuchara esparcen la masa en estas planchas, como si fueran a hacer crepes, y las tapan por unos segundos.

"Así obtenemos las placas. Para esto debemos estar muy pendientes de la temperatura y de qué tan crocantes están para sacarlas a tiempo. Deben salir totalmente redondas y sin ninguna marca", dice Adriana, una de las mujeres que participa de la cocción.

El cuarto de reposo

Cada placa que va saliendo es ubicada en bastidores y llevada a un cuarto con una temperatura que oscila entre los 9 y 10 grados centígrados. "En este lugar las placas se dejan por un día y se hidratan con vapor para que tenga la crocancia indicada y no se desmoronen al momento de córtalas", indica María.

Los tres tipos de cortes

En absoluta concentración, en un cuarto contiguo al de reposo, una mujer se encarga de operar la máquina cortadora que les da la forma final a las hostias.

"Las placas son pasadas por la cortadora, muy cuidadosamente, para que salgan cantidades exactas de cada una. Tenemos tres medidas estándar para las hostias, dadas por la Iglesia: las que reciben los fieles son de 4 centímetros de diámetro; las de los obispos miden 8 centímetros de diámetro y las del Papa son de 14 centímetros de diámetro", explica Lucía Gómez, una de las hijas de Blanca Cecilia.

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De acuerdo con Lucía, de cada placa salen normalmente 56 hostias para fieles, 5 para obispos y unas 2 para el Papa.

Hostia por hostia pasan por un proceso de selección manual. "Verifico que no salgan vencidas, desmoronadas o rotas. Si alguna tiene un defecto de estos, la apartamos", señala Katherine, quien ágilmente en un día escoge entre tres y cuatro canastillas de hostias.

Empaque y envío

Solo las hostias perfectas son empacadas y selladas. Las bolsas para fieles son entregadas en paquetes de mil unidades que pesan 370 gramos; para los obispos, las hostias son empacadas en paquetes de 50 unidades; y las del Papa se entregan de a 20 unidades.

En Bogotá esta fábrica cuenta con una pequeña distribuidora en el barrio Palermo, localidad de Teusaquillo, desde donde se distribuyen las hostias a diferentes parroquias de la ciudad. Las hostias para el papa Francisco fueron entregadas hace una semana a la Conferencia Episcopal Colombiana, junto con 50 vinos de consagración, también donados por 'Distribuciones Católicas'.

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Blanca Cecilia explica que se siente agradecida con que la fábrica que montó en su pueblo les dé empleo a mujeres que son madres, en su mayoría cabezas de familia, además de que la empresa ya esté distribuyendo hostias en todo el país.

"Mensualmente, dependido de los días trabajados, estamos produciendo cerca de 30 millones de hostias que se envían hasta La Guajira o el Valle del Cauca, a través de empresas transportadoras de alimentos. Ha sido muy bonito poder vivir todo este proceso de aprendizaje y crecimiento y poder aportarlo a la visita del papa Francisco", concluyó Blanca Cecilia.