Choferes palestinos de buses en Israel alegan acoso e inseguridad

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Jerusalén

Fadi dimitió después de 15 años al volante de autobuses de una compañía israelí porque ya no aguantaba los insultos de extremistas judíos que le hicieron temer incluso por su vida.

Este hombre de 35 años empezó a conducir los autobuses verdes de la compañía Egged en la parte occidental de Jerusalén en la época de la segunda intifada y de los atentados suicidas en los transportes públicos. Pero cuenta que "desde la guerra en Gaza de este verano" la situación es peor.

Ahora, lo que él llama "la guerra contra los árabes", es una sucesión de injurias, provocaciones y agresiones que culminó hace poco con la muerte de su colega Yusef Ramuni. Otros conductores que, como él, dimitieron lo confirman a la AFP. No quieren dar su apellido.

Ramuni fue hallado el 16 de noviembre ahorcado en su autobús. Los forenses israelíes concluyeron que fue un suicidio pero un médico palestino ve indicios de asesinato. Su familia afirma que era "feliz".

Sensación de acoso. Los conductores de autobuses palestinos no lo dudan ni un instante. Yusef Ramuni "murió a manos de colonos israelíes extremistas".

Basem los veía cada día en el autobús. "Cuando subían y veían que era árabe me decían: 'muerte a los árabes' o 'los árabes son unos hijos de puta'", cuenta.

Después de seis años y medio de servicio, él también se fue de la empresa. "No hay ninguna seguridad, no me sentía protegido, pese a que mi vida corría peligro", asegura.

Más allá de los insultos está la violencia perenne en las colonias, en las zonas por donde pasan los conductores, antes incluso de la reciente espiral de incidentes.

"Una vez, recuerda Basem, atravesaba una colonia y unos jóvenes judíos se plantaron delante de mi autobús. Frené en seco por miedo a que me acusaran de un ataque". Entonces, los jóvenes lanzaron piedras contra el vehículo, rompieron vidrios y retrovisores y al final "los colonos que se encontraban entre los pasajeros del autobús consiguieron que pararan".

De los 1.470 conductores de Egged, la principal compañía de autobuses de Israel, 570 son palestinos, precisa Mahmud Alqam, representante sindical, y la empresa no puede permitirse renuncias masivas. Tras la muerte de Ramuni, 500 colegas acudieron al funeral y otros tantos hicieron huelga.

Unos 40 dimitieron, afirmó el portavoz de Egged, Asaf Arad, "quizá bajo presión". Y eso que, según él, "las condiciones laborales de Egged son muy buenas".

No tanto, protestan los conductores palestinos, que dicen haber pedido en vano medidas de seguridad.

"El Ministerio de Transportes nos contestó que eso costaría unos 64 millones de dólares y que no podía suministrar esa cantidad", acusa Alqam.

De los casi 300.000 palestinos de Jerusalén Este, ocupada por Israel en 1967, muchos trabajan en empresas israelíes en el Oeste, donde se halla la mayoría de las industrias y compañías.

Hoy, con el aumento de tensión entre israelíes y palestinos, muchos podrían verse tentados de irse a la Cisjordania ocupada, donde las empresas buscan personal.

Nidal Siyam, jefe de la compañía de autobuses palestina en Ramala, a menos de 20 km de Jerusalén, afirma que unos 60 llegaron de la Ciudad Santa. Después de la muerte de Yusef Ramuni "no querían seguir trabajando para Israel", asegura.