Brunéi prohíbe las celebraciones navideñas

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Bandar Seri Begawan, Brunéi

Ni guirnaldas ni luces. El sultanato de Brunéi prohíbio este año las fiestas navideñas en nombre de la sharia o ley islámica, aplicada en este rico país petrolero del sudeste asiático.

El sultán Hassanal Bolkiah, uno de los hombres más ricos del mundo, anunció el año pasado la introducción progresiva de la sharia, que incluye castigos como lapidación o amputaciones.

Este mes, las autoridades de este país de unos 430.000 habitantes, de los cuales dos tercios son musulmanes, advirtieron que quedaban tajantemente prohibidos los adornos y celebraciones navideñas porque, en su opinión, podrían hacer descarriar a los musulmanes. El incumplimiento de las directrices se castiga con hasta cinco años de cárcel.

LEA: Tayikistán prohíbe los árboles de Navidad en los centros educativos

"Para mí va a ser la Navidad más triste que nunca", declaró a la AFP un expatriado malasio que pidió el anonimato.

"Lo mejor del día de Navidad es levantarse y tener la sensación de que es Navidad", añade.

Las compañías tuvieron que retirar los adornos navideños y en la capital, Bandar Seri Begawan, se multiplicaron los controles. Los hoteles donde se alojan turistas extranjeros se quedaron sin las guirnaldas eléctricas y sin árbol de Navidad.

"Todo esto sólo porque lo quiere el sultán", lamenta un expatriado cristiano.

La mayoría de los habitantes tiene miedo de hablar abiertamente de esta prohibición e intenta adaptarse mal que bien. "Voy a trabajar en Navidad después de la misa. Tenemos que acostumbrarnos", dice una camarera filipina contactada por teléfono.