Ataque de las FARC presiona negociación de paz en Colombia

Surgen voces que sugieren hacer ajustes en el proceso que se lleva a cabo en La Habana

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Bogotá

El mortal ataque de las FARC a militares en Colombia, uno de los más graves desde el inicio del proceso de paz con esa guerrilla, evidenció la complejidad de negociar en medio de la confrontación armada, aumentando la presión sobre las pláticas, aunque sin amenzarlas.

Los diálogos de paz que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, comunistas) y el gobierno de Juan Manuel Santos sostienen desde noviembre del 2012 para poner fin a 50 años de conflicto, tienen lugar en Cuba sin un alto al fuego bilateral en el terreno.

El asalto de las FARC, que dejó 11 militares muertos y una veintena de heridos esta semana en el departamento de Cauca (oeste), tildado de "emboscada" y "crimen de guerra" por las autoridades, responde "a la compleja dinámica de este proceso", según el analista Jaime Zuluaga.

"Lo ocurrido es consecuencia inevitable de que el proceso de paz se adelante en medio de la guerra, pero no implica que se vaya a acabar", dijo Zuluaga, politólogo de la Universidad Nacional de Colombia.

Según el experto, esto podría incluso impulsar un acuerdo final.

En efecto, tras conocerse el asalto guerrillero, Santos llamó a "acelerar las negociaciones" para evitar más muertes.

¿Hora de ajustes? El hecho multiplicó los reclamos urgentes de ajustes en los diálogos, tanto desde el gobierno como desde la oposición

"Ha llegado el momento de fijar un cronograma, con tiempos definidos, a las negociaciones", dijo el vicepresidente Germán Vargas, algo que hasta ahora el gobierno consideraba inoportuno. "Eso es lo que el país espera: agilidad", aseguró este jueves a la emisora RCN Radio.

Por su parte, el expresidente Álvaro Uribe, principal opositor a las pláticas, también presionó por cambios. "Se necesita una pausa para reorganizar el proceso", dijo en una declaración pública, en la que pidió que las FARC se concentren en una zona del territorio nacional para facilitar su control.

Para el analista Jorge Restrepo, la agilización del proceso de paz es más viable si se prioriza el debate sobre las acciones armadas.

Este ataque "puede servir para que se acelere la negociación de un cese al fuego definitivo en La Habana, privilegiándolo sobre los otros puntos" que faltan por discutir para llegar a un acuerdo final, como la reparación a las víctimas y el abandono de las armas, dijo Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac).

Alcanzar el cese bilateral de las hostilidades, un reiterado reclamo de las FARC y de la izquierda en Colombia, se vislumbra -sin embargo- complicado.

Santos, que a horas del ataque a los militares ordenó la reanudación de los bombardeos contra los campamentos de las FARC, suspendidos hacía poco más de un mes tras la declaratoria en diciembre de una tregua unilateral e indefinida por parte de los insurgentes, dijo también que no se dejará "presionar" con "hechos infames" como lo ocurrido en Cauca.

Otra preocupación en torno al proceso de paz quedó de manifiesto con el mortal asalto: la autonomía de los guerrilleros con respecto a sus mandos, un tema que según observadores podría complicar un eventual posconflicto.

"El ataque muestra la baja capacidad de control sobre las columnas móviles y unidades en el terreno por parte del Secretariado. El control sobre las tropas que se había evidenciado en las primeras semanas de la tregua se ha relajado", dijo Restrepo.

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Las FARC, que insisten en que el ataque en Cauca fue "producto de un asedio" del Ejército de varios meses contra sus unidades en la zona, negaron este jueves desde Cuba haber dado la orden de atacar a los militares y rechazaron la reactivación de los bombardeos.

A pesar de la tensión por los hechos violentos en Cauca, ambas delegaciones de paz continuaron trabajando en La Habana en el marco del ciclo 35 de las negociaciones.

Fundadas en 1964 tras una insurrección campesina, las FARC cuentan con unos 8.000 combatientes. El conflicto armado colombiano, en el que además de guerrillas han participado paramilitares y agentes del Estado, ha dejado oficialmente al menos 220.000 muertos y más de cinco millones de desplazados.