Afganistán asume desafío de garantizar seguridad interna

Dudas respecto a capacidad local para hacer frente a la rebelión de talibanes

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Kabul

Kabul. AFP y EFE. El Gobierno de Afganistán asumió ayer el desafío de garantizar la seguridad interna con el el traspaso de esa tarea a las fuerzas policiales y militares del país, que estuvo en manos de la OTAN desde el 2001.

El proceso, que empezó en julio del 2011, acabó con el traspaso por parte de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF, dependiente de la Alianza Atlántica) a los afganos de los últimos distritos que todavía controlaba.

La transición ocurre cuando la guerra se halla en uno de los momentos más sangrientos 11 años después de la invasión de EE. UU. y caída de los talibanes, que en los últimos años se han reorganizado y aspiran a restaurar el régimen fundamentalista islámico que hubo entre 1996 y 2001.

Según un informe de la ONU, el número de civiles víctimas de sucesos violentos en el país asiático en los primeros cinco meses del 2013 aumentaron un 24% respecto al mismo período del 2012.

Esto es, un total de 2.499 víctimas de ataques que en un 74 % se atribuyen a los talibanes, cuya actividad armada no ha sido frenada por el proceso de transferencia de la seguridad que acaba de entrar en su última y decisiva etapa.

El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, expresó –durante la ceremonia oficial– que las fuerzas afganas “toman el relevo con una gran determinación y se merecen el apoyo de todo el pueblo afgano”.

El traspaso del mando, que empezó en las zonas menos violentas de Afganistán, terminó el martes con 95 distritos de provincias donde la insurrección está muy presente: Kandahar (sur), el bastión histórico de los talibanes, y Jost y Paktika, dos santuarios rebeldes en la frontera con Pakistán (sureste).

Nuevo papel de la ISAF. En teoría, la fuerza internacional de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) solo tendrá a partir de ahora un papel de apoyo (principalmente en caso de ataque aéreo) y de formación de los cerca de 350.000 miembros de las fuerzas de seguridad afganas, que incluyen soldados, policías y paramilitares.

La gran mayoría de los cerca de 100.000 soldados de la ISAF tienen previsto abandonar el país antes de que termine 2014 . Mas Estados Unidos, que proporciona los dos tercios de estas tropas, prevé mantener e un contingente de un número de soldados todavía por determinar.

El traspaso del control de la seguridad “es una de las cuestiones más importantes para Afganistán”, declaró la semana pasada Masoom Stanikzai, secretario del Alto Consejo de la Paz (HPC), una estructura que el presidente Karzai puso en marcha en el 2010 para iniciar contactos con los talibanes.

Agregó: “La idea de que Afganistán iba a estar ocupado por tropas extranjeras que se quedarían eternamente ha sido uno de los principales pretextos que han usado los talibanes y otros grupos para reclutar a sus combatientes”.

Empero, muchos observadores tienen serias dudas sobre la capacidad de las fuerzas afganas para luchar contra la rebelión de los talibanes, expulsados en el 2001 del poder por los occidentales y que han ganado terreno últimamente.

Ayer, durante la ceremonia oficial con motivo del traspaso del control de la seguridad del país, el presidente anunció que enviará emisarios a Catar para negociar con los rebeldes talibanes con el fin de acabar casi 12 años de guerra.

El movimiento talibán conversará allí con Estados Unidos en procura del mismo objetivo.