Acabó ‘tregua’ del ramadán en cárcel de Guantánamo

Con el fin del mes sagrado musulmán, resurge agresividad de los prisioneros

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Guantánamo. AFP. En la prisión de Guantánamo, donde el ramadán se vive tradicionalmente como una tregua, las autoridades militares esperan que con su fin resurjan los desórdenes en la prisión, poblada por hombres detenidos desde hace más de diez años sin juicio.

El sol abrasador aún no había asomado en Cuba para el Eid al Fitr del viernes pasado, fin del duodécimo ramadán en Guantánamo , y una quincena de detenidos del bloque Echo iniciaba en el patio la oración matutina. El sonido de sus rezos volaba por encima de los muros del campo 6, donde los presos más “conciliadores” están autorizados a vivir en comunidad.

Este año, el Fitr, la fiesta que celebra el final del ayuno y que se extendió hasta el domingo en la noche en Guantánamo, estuvo ensombrecida por una huelga de hambre sin precedentes seguida por 53 prisioneros.

El “menú especial” que se sirvió durante esos tres días incluyó “pollo halal, carne vacuna halal, cordero, dátiles, miel”, enumera Sam Scott, el jefe de los cocineros, en medio del bullicio de las cocinas.

Para los huelguistas, al caer la noche sería una cena forzada. El sábado, 38 de los 53 hombres que se adhieren a la huelga debieron soportar la medida.

Borrón y cuenta nueva. Una cifra que disminuyó diariamente, tal vez gracias a la amnistía acordada tradicionalmente por las autoridades en favor del mes de ramadán. Esta “gracia del ramadán” permite hacer borrón y cuenta nueva respecto a los procedimientos disciplinarios para los 166 detenidos, en muchos casos encarcelados sin ningún cargo por su presunta vinculación con el terrorismo.

“Algunos han aprovechado esta oportunidad para calmarse, pero para otros, no pasarán dos días para que empiecen de nuevo a insultar a los guardias”, dice el capitán Robert Durand, director de comunicaciones de Guantánamo, una prisión que se levanta en la base naval del mismo nombre, en Cuba.

Lanzamiento de orina y excrementos, escupitajos o puñetazos, “si hay alguna oportunidad para que un prisionero haga de las suyas, unos cuantos aprovecharán la ocasión”, agregó el funcionario, quien observó, como es habitual, “una gran calma en el centro” durante el ramadán.

“Varios detenidos han obedecido el reglamento, y les hemos propuesto volver a las zonas en las que viven en comunidad en vez de en celdas individuales”, dice el comandante de la prisión, el coronel John Bogdan.

Casi todos los prisioneros fueron transferidos a celdas individuales el 13 de abril, tras una protesta que culminó con disparos de balas de plástico y destrozos de las cámaras de vigilancia.

“Lo hicieron antes del ramadán porque sabían que después vuelven los contadores a cero”, comenta Zak, consejero cultural que sirve de “puente” entre los presos y sus carceleros.

Un enfermero recibió un puñetazo tratando de intubar a un huelguista de hambre, relata Hermione, del servicio médico, que se esconde tras ese nombre a la hora de ver a los detenidos.