50 años de cárcel para expresidente de Liberia

Charles Taylor ayudó a rebeldes a desatar una ola de asesinatos

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Leidschendam. AP. Más de una década después de contribuir a que los rebeldes desataran una ola de asesinatos en Sierra Leona, Charles Taylor fue definitivamente condenado el jueves a 50 años de prisión, en un fallo que representó una reivindicación de las víctimas y puso de manifiesto la dificultad de los tribunales internacionales para juzgar a líderes mundiales.

La cámara de apelaciones del Tribunal Especial para Sierra Leona ratificó la condena del expresidente liberiano, de 65 años, por 11 cargos de crímenes de guerra y de lesa humanidad, incluso terrorismo, asesinato, violación y uso de niños como soldados.

El tribunal concluyó que Taylor suministró ayuda crucial a los rebeldes en Sierra Leona durante la guerra civil de 11 años en ese país, que dejó unos 50.000 muertos antes de su conclusión en el 2002. Miles de personas fueron mutiladas en un conflicto que se destacó por por su extrema crueldad, ya que los grupos rebeldes rivales cortaban los miembros de sus víctimas.

Taylor es el primer ex jefe de Estado condenado por un tribunal internacional de crímenes de guerra desde la Segunda Guerra Mundial, y la confirmación de ayer recibió elogios por considerársela el comienzo de una nueva era de atribución de responsabilidades para los gobernantes.

“La condena de Taylor envía un mensaje poderoso de que los que están arriba pueden ser responsabilizados de los crímenes más graves”, afirmó Elise Keppler, de la organización Human Rights Watch.

Pero también pareció sentar precedentes contradictorios en dos tribunales internacionales acerca de cuándo los altos funcionarios de un país pueden apoyar un bando en la guerra civil de otro país, una cuestión que los líderes mundiales deben considerar si piensan armar a los rebeldes en Siria.

El panel de Sierra Leona rechazó en febrero un fallo controversial del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, en La Haya, que estableció que, para demostrar que un líder había contribuido a un delito, la asistencia debía estar dirigida específicamente a cometer un delito.

En ese caso, el jefe del ejército nacional yugoslavo fue absuelto de contribuir a las atrocidades de las fuerzas de los serbios bosnios aunque les había enviado armas y otros suministros.

El caso de Taylor pareció inclinar el fiel de la balanza en favor de los acusadores. Su abogado se quejó de que los dos fallos han establecido una “jurisprudencia totalmente caótica” en los tribunales internacionales. Si Taylor hubiese sido condenado por el tribunal para Yugoslavia, “me atrevo a decir que el resultado habría sido diferente”, dijo Morris Anyah.