Con ceremonia privada entierran cenizas de Fidel Castro

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SANTIAGO DE CUBA

Las cenizas de Fidel Castro fueron inhumadas en privado el domingo en el cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba, después que las autoridades cubanas cancelaron al último minuto los planes de transmisión en vivo por televisión.

Al grito de "¡Yo soy Fidel!" miles de personas, algunas de ellas entre llantos y con banderas cubanas en las manos, despidieron los restos del líder cubano que salieron en caravana pasadas las 6:30 de la mañana desde la Plaza de la Revolución. Castro falleció el 25 de noviembre a los 90 años.

La caravana, integrada por varios vehículos, entre ellos dos jeeps rusos UAZ verdes, trasladaron los restos de Castro, que iban en un pequeño ataúd de cedro cubierto con una bandera cubana bajo el resguardo de un grupo de militares vestidos de traje de gala color claro, según imágenes que difundió la cadena regional Telesur.

La partida del cortejo fúnebre se dio 20 minutos antes de la hora programada por las autoridades.

La caravana entró al cementerio a las 7:12 a. m. Los militares cubanos dispararon 21 cañonazos y multitudes en la entrada cantaron el himno nacional para despedir los restos líder cubano que fue enterrado fuera de la vista del público. En el mismo cementerio reposan los restos del prócer independentista José Martí.

Aun con lágrimas en los ojos, Inés de la Rosa, una ama de casa de 42 años, dijo a Associated Press que "me habría gustado verlo en la televisión, quizás en el noticiero. Pueden transmitir algo, pero creo que los cubanos entendemos que ellos como familia también necesitan un poco de intimidad".

Raúl Lara, un empleado de un comercio de 58 años, descartó que se haya tratado de ocultar el sepelio, e indicó que "creo que estos días hemos estado más que muy informados, pero definitivamente preferirían una ceremonia final privada, y antes ya lo habían anunciado".

Durante los últimos nueve días Cuba se vio consternada por el deceso. Las honras fúnebres comenzaron con un homenaje popular y un acto en la Plaza de la Revolución de La Habana, al cual asistieron gobernantes de todo el mundo. Una caravana entonces trasladó las cenizas desde el miércoles hasta el sábado a lo largo de todo el país mientras cientos de miles de personas se agolparon con flores en las manos, banderas y fotos del barbado dirigente o soltaron palomas para darle su último adiós.

Altares con carteles, gente con sus rostros pintados con el nombre del expresidente, mantas escritas a mano con agradecimiento y colinas decoradas con piedras blancas que lo vitoreaban con un "hasta siempre comandante" se sucedieron por toda la isla.

La víspera el último acto masivo de despedida se realizó en la Plaza de la Revolución de Santiago de Cuba.

La caravana de una decena de vehículos trajo las cenizas en una urna de cedro cubierta con una bandera cubana y protegida con un cristal. El conjunto fue rodeado por flores blancas.

El sábado por la noche, su hermano, el presidente Raúl Castro, anunció que las autoridades no permitirán que calles o monumentos lleven el nombre del líder, según este lo hizo expreso como su última voluntad.

"El líder de la revolución rechazaba cualquier manifestación de culto a la personalidad y fue consecuente con esa actitud hasta las últimas horas de vida", dijo Raúl Castro con la voz cascada y por momentos entrecortada durante el acto en la Plaza de la Revolución en Santiago el sábado. La iniciativa será llevada a la Asamblea Nacional, el parlamento de la isla, a fin de ratificar la prohibición.

Castro se había alejado del poder en 2006 luego de una sorpresiva enfermedad. Luego su hermano Raúl se desempeñó como presidente.

Nueva era

A partir de ahora, Cuba abre una nueva página sin Fidel Castro, quien deja un legado que desata tantos odios como amores. Muchos lo recuerdan como el hombre que universalizó la salud y la educación gratuitas en la Isla, pero otros como el dictador que envió a la cárcel o al exilio a cualquiera que se le opusiera.

"El duelo termina, lo que no termina es lo que dijo (Fidel), lo que nos enseñó. A partir de mañana lunes es otra Cuba, pero que sigue por lo mismo", señaló José Luis Soria, un reciclador de 42 años.

Muchos cubanos creen que la Isla mantendrá el rumbo que trazó Fidel Castro y que ha prometido continuar su hermano Raúl. "Todos los cubanos tenemos confianza en Raúl. Y después de él, hay otros", aseguró Daniela Lozano Díaz, una ama de casa de 52 años, quien asegura tener a Fidel "en el corazón".

Raúl Castro, que gobierna desde 2006, cuando su hermano Fidel cayó enfermo, estará al frente de la isla hasta febrero del 2018, aunque después mantendrá su máximo cargo en el Partido Comunista de Cuba.

Sin apartarse del régimen de partido único, Raúl Castro está empeñado en una serie de reformas para oxigenar el modelo de corte soviético mientras avanza en el proceso de acercamiento con Estados Unidos, iniciado en diciembre del 2015.

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La cauta y lenta apertura ha permitido que los cubanos trabajen por cuenta propia en algunas actividades, viajen fuera del país libremente (a excepción de los médicos), y llegue más inversión extranjera.

"A corto plazo, probablemente no habrá muchos cambios en Cuba, tras la muerte de Fidel. Habrá mucha cautela, especialmente con el próximo gobierno de (Donald) Trump en Washington", opinó Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano en Washington.

Sin Fidel, "Raúl tendrá más margen de maniobra para tomar decisiones. Ya no necesitará la aprobación de su hermano mayor", añadió.

En lo inmediato deberá enfrentar la desaceleración de la economía golpeada en gran parte por la crisis en Venezuela, su mayor aliado.

"En momentos en que Raúl pasa la antorcha a la próxima generación, es muy importante que aceleren las reformas, porque el camino económico actual es insostenible", afirmó Ted Piccone, experto en América Latina del Brookings Institution.

El sábado, los mandatarios de Venezuela, Nicolás Maduro; de Bolivia, Evo Morales, y de Nicaragua, Daniel Ortega, asistieron al último acto público de homenaje al padre de la Revolución cubana. También participaron los exmandatarios brasileños Lula da Silva y Dilma Rousseff. Sin embargo, fueron notorias las ausencias de líderes de otras partes del mundo.