Cabellos cortados sirven a colombianas enfermas

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Medellín, Colombia. AFP. A diario, miles de colombianas entran a peluquerías donde sus cabellos cortados terminan en la basura. Sin embargo, para aquellas a quienes la quimioterapia les quitó sus cabelleras, ese cabello de desecho se vuelve un tesoro para su estética.

En Medellín, la segunda ciudad de Colombia, mujeres de bajos recursos que han perdido su cabello por ese tratamiento contra el cáncer han vuelto a exhibir orgullosas abundantes melenas, gracias a una campaña local sin precedentes.

La iniciativa empezó a dar sus frutos el jueves con la entrega de medio centenar de pelucas elaboradas con cabello natural donado por mujeres que atendieron el llamado de un empresario de salas de belleza y una fundación que ayuda a mujeres con cáncer de seno.

“A los 14 días de iniciar las sesiones de quimioterapia se me empezó a caer mi cabello. Lo tenía largo, sano y muy bien cuidado”, recuerda Nancy Parra, a quien en el 2001 le diagnosticaron cáncer de mama.

Hoy, con 30 años y una prótesis, compara la experiencia de verse sin cabello con la que sufrió cuando entró al quirófano donde le quitaron el pecho izquierdo.

“El impacto es grande al verse calva. La peluca se convierte en parte íntima, devuelve la seguridad, una vuelve a sentirse mujer, bella”, señaló Parra, tras participar activamente en la campaña “Pelo por sonrisas” que impulsó la fundación Fundayama .

El lema de la campaña se hizo realidad: sonrisas, pero igual lágrimas de felicidad se fundieron en los rostros de siete niñas y 26 mujeres; las primeras beneficiarias de unas pelucas que no hubieran podido adquirir debido a su elevado costo.

Isabela, una niña de nueve años a quien hace nueve meses le diagnosticaron una leucemia aguda, se colocó su peluca de cabello largo y castaño claro en medio del alborozo y lágrimas de su madre, Kelly.

“Una peluca de éstas cuesta una muy buena plata”, resaltó la madre, al señalar que, de no haber sido por la fundación, la pequeña tendría que seguir usando el gorro que disimulaba la ausencia de cabello.

Cada peluca tiene un costo de entre $1.000 y $1.200 precisó Didier Álvarez, empresario de peluquerías que conoció el trabajo de Fundayama porque su academia de belleza está junto a la sede.

De 51 pelucas que entregó gracias a 260 donantes, 18 quedaron en el “banco de pelucas” de la fundación a la espera de que otras mujeres y niñas puedan ocultar los efectos de la quimioterapia y hacer más llevadero el tratamiento.

“El cabello es símbolo de vitalidad y feminidad, y cuando una niña o mujer comienza a perderlo por las quimioterapias, se convierte en un duelo más dentro de la enfermedad”, explicó Álvarez.