Barcelona (Redacción). Centenares de jóvenes se agruparon en las puertas de la cadena de almacenes más grande de España insultando a los clientes y empleados, bajo la vigilancia tensa de policías antimotines.
Los comerciantes más prudentes decidieron cerrar sus locales.
Esto ocurría durante horas mientras otros manifestantes quemaban algunos contenedores de basura y la mayoría recorría en calma las calles céntricas. Los comerciantes más prudentes decidieron cerrar sus locales.
La vida en el centro de la ciudad quedó anulada con apenas algunos restaurantes abiertos y pocos trabajadores. Además el transporte público, básico para millones de españoles, funcionó al mínimo.