Antes de ‘ocultarse’ del mundo, Papa urge a ‘renovar’ la Iglesia

Pontífice realizó una defensa del Concilio Vaticano II y llamó a cumplirlo

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Ciudad dl Vaticano. AFP y EFE. El papa Benedicto XVI, quien renunció a su misión , urgió a una “renovación” de la Iglesia al despedirse ayer de cientos de párrocos y seminaristas tras haber denunciado la víspera, con tono profético, la hipocresía y las rivalidades que amenazan a la institución.

“He notado siempre vuestra presencia física y, aunque me retiro, sé que siempre estaréis cerca de mí, aunque para el mundo permanezca oculto”, afirmó ante el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini; los obispos auxiliares y varios centenares de sacerdotes de la diócesis romana, cuyo titular es él como obispo de Roma.

Agotado, con ojeras y la voz ronca, el Papa, vestido con su tradicional sotana blanca, habló de su pasado como teólogo y contó anécdotas relacionadas con el Concilio Vaticano II, en la década de los 60, en el que participó activamente, un evento considerado clave para modernizar la Iglesia del siglo XX.

“Tenemos que trabajar para que se realice verdaderamente el Concilio Vaticano II y se renueve la Iglesia”, dijo a los religiosos en la sala Pablo VI del Vaticano.

Para el Papa renunciante, las reformas aprobadas entonces, su apertura al diálogo con el mundo, “no se han realizado”.

El primer jefe de la Iglesia en siete siglos que renuncia a su cargo considera que la visión actual que dan los medios de comunicación de la Iglesia, tan política, “ha creado muchos problemas, ha sido una calamidad”, reconoció.

Las palabras improvisadas de Benedicto XVI, quien no usaba anteojos, conmovieron a los asistentes, que lo ovacionaron en señal de admiración y respeto, vitoreando repetidamente al Pontífice.

¿Luchas internas? El papa Ratzinger, como suele ser llamado ahora por la prensa, entró apoyándose en un bastón, mientras los aplausos se mezclaban con el canto Tu sei Petrus (Tú eres Pedro). Respondió con una amplia sonrisa y dando varias veces las gracias por las muestras de cariño y, una vez sentado, detrás de una mesa, habló con ellos, sin un texto preparado.

La víspera, sus palabras de censura a la Iglesia, a la que llamó a superar “hipocresías”, “rivalidades” y “divisiones”, fueron interpretadas como una referencia a las luchas internas por el poder y a las intrigas dentro del Vaticano que han marcado sus casi ocho años de pontificado. Para muchos observadores y vaticanistas, esos escándalos jugaron un papel fundamental en la decisión de anunciar el lunes su intención de dejar de ser Papa.

Benedicto XVI participó en las labores de preparación del Concilio Vaticano II entre 1962 y 1965 como “perito” del cardenal alemán Joseph Frings, entre los purpurados más progresistas y que pedía profundos cambios dentro de la Iglesia. “Los seminarios y conventos están cerrados; la liturgia banalizada”, denunció el Pontífice saliente ante los religiosos tras reconocer que los textos del Concilio fueron malinterpretados y deformados.

El brillante teólogo, de 85 años, que fue por casi un cuarto de siglo el firme defensor de la doctrina durante el pontificado de Juan Pablo II, reiteró su apoyo a “una renovación de la Iglesia dentro de la continuidad”, en contra de toda ruptura, como exigían los movimientos de base y la teología de la liberación en América Latina, a los que ha combatido como cardenal y Papa.

Antes de marcharse el 28 de febrero, Benedicto XVI aparecerá dos veces ante la muchedumbre: el domingo desde la ventana de su apartamento en el palacio apostólico para el ángelus dominical y el 27, la víspera, para la audiencia general en la plaza de San Pedro.