Alepo prepara entierro masivo y clama venganza por masacre

Al menos unos 80 jóvenes fueron ejecutados

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Alepo (AFP). Um Mohamad camina sostenida por dos soldados rebeldes entre los 32 cadáveres que yacen en una escuela de Alepo (norte de Siria ); se detiene ante uno y aparta la sábana que le cubre el rostro; su estado complica la identificación. Abren un poco más la sábana e identifica un tatuaje en el brazo derecho. Se lleva las manos al rostro y comienza a llorar.

“Es su sobrino. Desapareció en julio. Era médico en Maara' Ahora tenemos que llamar a su familia para que vengan a recoger el cuerpo”, dice Abu Ahmad, su marido.

La mujer ayudó ayer a sacar del fondo del río Quweiq más de 80 cadáveres, en su mayoría de hombres jóvenes –aunque había también mujeres y niños– ejecutados de un disparo en la cabeza, generalmente con las manos atadas a la espalda. Los de la escuela de Alepo aún no han sido identificados.

“Sabíamos que estaba muerto' y hoy lo hemos confirmado", lamenta Abu Ahmad. “Cuando lo colocamos en el suelo me di cuenta de que era él. Lo peor será comunicárselo a la madre; ella aún tenía alguna esperanza de volver a verlo con vida”.

Nadie asumió la terrible masacre. Los rebeldes se la imputaron al régimen de Bashar al Asad, que acusó a su vez al grupo islamista Al Nosra.

Pero en esta escuela, situada en la zona rebelde de Alepo, la otrora floreciente capital comercial de Siria , nadie duda de la culpabilidad de las tropas de Asad.

“Vengaremos lo ocurrido. Las muertes de esos inocentes no quedarán impunes”, dice Abdel Jader al Sada, un comandante del Ejército Sirio Libre (ESL).

“Todos los civiles que viven en las zonas liberadas son enemigos del régimen. Todos los sirios son enemigos del régimen; Asad está dispuesto a acabar con su pueblo con tal de conservar el poder”, proclama.

“No olvidaremos la sangre de nuestros mártires”, corean cientos de jóvenes congregados fuera de la escuela Yarmuk, donde se preparan los funerales.

Varios hombres sacan un cuerpo amortajado en una sábana blanca y cubierto con la bandera de la revolución, al grito de “¡Alá u Akbar!” (Dios es grande), acompañado por salvas de Kalashnikov por cada uno de los muertos.

A las 12:30 p. m., cientos de personas abarrotan el patio central. Un imán se lleva las manos al rostro y comienza la oración. La multitud se arrodilla en silencio. La ceremonia concluye al grito de “Alá u Akbar”.

“Hemos logrado recuperar un cadáver más del rio en toda la noche. Y hoy hemos verificado que hay, al menos, dos mujeres flotando en el agua y varios niños”, afirma el capitán Abu Seij, responsable de esta improvisada morgue. Extraer los cuerpos es peligroso, a causa de los francotiradores.

En total 46 cuerpos han sido identificados y sus familiares los han trasladado a sus ciudades natales. “El resto, si no son reconocidos por ningún familiar serán trasladados serán enterrados en una fosa común”, indica el oficial rebelde.

Un activista, Mohamad al Madi, fotografía todos los cuerpos que se pudren en el suelo de la escuela.

“Crearemos una base de datos con cada uno de los rostros para que, en el futuro, las familias puedan reconocer a sus seres queridos y saber dónde están enterrados. Cada cuerpo va identificado con un número que corresponderá a la tumba en la que son enterrados”, explica.

Otro comandante rebelde, Rada, denuncia la pasividad de la ONU y de las potencias occidentales ante un conflicto que en 22 meses ya ha dejado más de 60.000 muertos.

“Naciones Unidas y Occidente son, desde este momento, responsables de todas y cada una de las muertes de hombres, mujeres y niños en Siria. No se puede hablar ni negociar con alguien que masacra a su pueblo”, afirma.

“al-Asad ha vuelto a demostrar que no quiere negociar nada, porque vive bajo el paraguas de la impunidad que le brinda Occidente”, agrega.