Acusados de ataques en el 2001 resisten ‘pacíficamente’

Hombres acuden a silencio ante jueces y oraciones como queja por torturas recibidas

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Guantánamo., Cuba. AFP y EFE. El autoproclamado estratega de los atentados terroristas del 11 de setiembre del 2001 y sus cuatro cómplices, acusados el sábado de asesinar a 2.976 personas, practicaron ayer una “resistencia pacífica” para denunciar las torturas a las que fueron sometidos en prisión.

En la sala del tribunal de la base naval estadounidense de Guantánamo, los cinco hombres se hicieron notar por su silencio, su obstinado rechazo a responder preguntas del juez militar y sus permanentes oraciones para perturbar el desarrollo de la audiencia.

El procedimiento de acusación ante un tribunal castrense suele tomar de dos a tres horas y de 30 a 45 minutos ante uno federal, pero en este caso demandó unas 13 horas.

“Los acusados participaron en una resistencia pacífica a un sistema injusto. Con su silencio, se negaron a reconocer la legitimidad de los tribunales militares”, dijo a la prensa James Connell, abogado del paquistaní Alí Abd al Aziz Alí.

“Estos hombres sufrieron años de tratamientos inhumanos y de tortura”, dijo el defensor quien subrayó los efectos a largo plazo de esos actos que “a fin de cuentas afectarán cada aspecto del procedimiento judicial”.

Alegatos. Jaled Cheij Mohamed, el paquistaní de 47 años que reivindicó la paternidad de los atentados, fue sometido a 183 simulaciones de ahogamiento y 7,5 días consecutivos de privación del sueño en tres años de detención en una prisión clandestina de la CIA, según un informe de inteligencia de EE. UU.

Sus cuatro presuntos cómplices, también detenidos en una prisión secreta, fueron igualmente sometidos a duros interrogatorios.

El yemení Wallid ben Attach se negó el sábado a utilizar el casco entregado a los acusados para escuchar la traducción simultánea al árabe de los debates, pues le recordaba, según dijo el abogado Connell, “el maltrato que le fue infligido por el Gobierno estadounidense”.

Sorprendiendo al público presente, ben Attach se quitó la túnica que llevaba para mostrar marcas de cicatrices en su cuerpo.

Su abogada, Cheryl Borman, que denunció haber recibido amenazas de muerte, dijo que su defendido presentaba “enormes cicatrices en los brazos” y afirmó tener buenas razones para pensar que le fueron causadas en Guantánamo.

Por su parte, el jefe de la Fiscalía en la comisión militar de Guantánamo señaló que los casos de tortura sufrida por los acusados no invalidan el proceso judicial.

Martins recordó que en este juicio “busca que respondan ante la ley por sus crímenes”, en el marco de un juicio por los que podrían ser condenados a muerte.

Martins negó que los alegatos de tortura contaminen el proceso, pues no se aceptarán testimonios obtenidos bajo técnicas de interrogatorio agresivas o ilegales.