Transferir conocimientos

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Las empresas son centros de enseñanza y aprendizaje. Aun los profesionales tienen cosas que aprender en el trabajo cotidiano.

Unos conocimientos de la empresa son de difícil transferencia a la vida privada. Lo que se aprende sobre contabilidad o sobre análisis de mercados, es poco probable que encuentre aplicación en el hogar o en la comunidad.

Pero hay unos conocimientos que son de altísima utilidad en la vida privada. Pensemos por ejemplo en el concepto de la previsión. En cómo indagar sobre las oportunidades y las amenazas que podemos vislumbrar para personas, hogares o comunidades. O sobre los posibles escenarios futuros y cómo accionar hoy para la eventualidad de que ocurran. O veamos las posibilidades que ofrece hacer un análisis de las fortalezas y debilidades de una persona, de una familia o de una comunidad.

El tema de la toma de decisiones que ocupa a todos los ejecutivos, tiene amplia aplicación en la vida privada. Las mejores decisiones no se toman con una moneda según caiga escudo o corona. Ni nadie en su sano juicio debería adoptar la primera idea que viene a su mente para resolver un problema. En las empresas se sigue un método cuidadoso, el cual también debería seguirse en las actividades privadas. Para resolver un problema o tomar una decisión, es necesario conocer los hechos y tener claro qué le exigimos a la solución, porque hay unas soluciones mejores que otras.

Y ni qué decir de los esfuerzos que se hacen por lograr un trabajo armonioso en el cual todos los miembros de un equipo contribuyan constructivamente a la meta común. Aquí las recomendaciones para mejorar la comunicación interpersonal, y las actitudes de solidaridad y colaboración, sin duda encontrarían buenas oportunidades de aplicación en la familia y la comunidad.

No afirmo que un hogar deba ser manejado como una empresa, pero sí que muchos conocimientos y destrezas que adquirimos en las empresas podrían fructificar si se aplican debidamente a la vida personal, familiar y comunitaria.