‘Tengo en mis oídos la frase del administrador: apaguen máquinas’

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Grecia, Alajuela. Aunque fue en el 2003 cuando la firma Warner’s cerró su planta en esta ciudad, la frase del administrador todavía retumba en los oídos de María de los Ángeles Montes Madrigal: “apaguen máquinas”.

Los 14 años de trabajo en la planta de la firma quedaron abruptamente atrás. También, quedó atrás el trabajo seguro y los logros como la “casita para vivir” que muchos vecinos de esta ciudad lograron con la asociación solidarista de la empresa.

Montes recordó que los encargados de la empresa trataron de colocar a la mayoría de empleados en otras compañías.

Ella, por ejemplo, trabajó durante cuatro años en Heredia, pero no era lo mismo que estar empleada en el propio cantón de residencia. El viaje diario, el gasto en pasajes y la incomodidad de estar lejos la llevaron a renunciar.

Los siguientes tres años, Montes trabajó en un negocio dedicado a la confección de vestidos para novia y para primera comunión, donde, de alguna manera, aprovechó su experiencia. Pero esta vez un incendio la dejó sin trabajo.

Actualmente atiende un pequeño bazar en El Poró de Grecia, donde reside actualmente. Criticó que las empresas consideren improductivas a las personas que han alcanzado los 50 años.

El cierre de Warner’s, hace 8 años, abrió un hueco laboral y comercial en Grecia que hasta hoy no se ha podido rellenar, dijo Montes.

Empresa ejemplar. Rocío Zumbado Lara trabajó 13 años y medio en Warner’s. Ella calificó el cierre de la empresa como algo muy duro.

“No volverá a Grecia una empresa como esa, no solo por las garantías que ofreció sino por la fuente de empleo que representaba”, recordó, con nostalgia, Zumbado.

Comentó que cuando ella ingresó a trabajar en Warner’s la compañía tenía más de 1.000 empleados.

Luego del cierre intentó enrolarse en otras compañías, pero no fue lo mismo por lo cual decidió instalar su propio taller.

La maquiladora Rincón Grande es otra empresa que hace dos años cerró su planta en El Mesón de Grecia. Yenory Jiménez Lizano perdió desde entonces su trabajo. Recordó que en este caso no se pudo cumplir la promesa de los encargados de la compañía de reubicarlos en otras empresas del ramo.

En la planta de Rincón Grande trabajaban 180 personas y muchos de ellos siguen sin empleo todavía, explicó Jiménez.

En su caso específico tuvo suerte, pues ahora labora como conserje en un centro educativo, dijo Jiménez.

Pero dejó muy claro que le costó mucho volver a contar con un trabajo estable.

En general, la Asociación Nacional de Exportadores de la Industria Textil (Aneit), dice que no hay estudios acerca de dónde se colocó la gente que perdió su empleo en el sector textilero.