La agenda educativa

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Desconfiaríamos mucho de un arquitecto que respondiera a la necesidad de remodelar una vivienda, diciendo que la mejor forma de hacerla es arrasando con todo lo que hay construido. Así conviene asumir el reto de revitalizar la educación nacional. No se puede desconocer lo que ya existe. Lo que se ha avanzado. Lo que se ha aprendido.

La cuarta revolución industrial hará obsoletos miles de puestos de trabajo en el país. Y cambiará los conocimientos y competencias requeridas para ser empleable. Se dice que serán más empleables las personas que sepan pensar críticamente. Plantear y resolver problemas. Que tengan destrezas para aprender por sí mismos. Que tengan competencias de comunicación interpersonal, gestión de acuerdos y trabajo en equipo. Y las que tengan fluidez digital y formación en ciencias, técnicas, ingeniería y matemáticas. En Costa Rica, además, querríamos que nuestros jóvenes estuvieran facultados para contribuir a una convivencia eficaz y feliz.

Tenemos una oportunidad innegable: las terminales inteligentes que traemos en el bolsillo se han convertido en instrumentos de aprendizaje que están dejando obsoletos a los libros, a las bibliotecas y a los docentes que solo dictan clase. Además, nuestros chicos han demostrado una enorme capacidad de aprendizaje sobre esas nuevas tecnologías. Y han aprendido “de la calle”, de los demás, sin método, sin maestros, sin educación formal.

Hay tendencias innovadoras en el mundo a las que debemos poner atención: primero, está universalmente aceptado que debemos ir a la escuela a adquirir la capacidad de aprender durante toda la vida. Luego, se habla de la ciudad-campus, esto es, de la posibilidad de aprender de todo lo que ocurre en nuestro entorno. Están en tela de juicio los diplomas. Más importantes que ellos son las competencias que se exhiba. Se cultivan los nano-grados: cuerpos de conocimiento específico que se pueden adquirir en semanas y no en años.

¿Cómo diseñar este esfuerzo? La aspiración no debe ser una mejora sino un gran salto. Hay que darles protagonismo a maestros, estudiantes, familiares, empresas, universidades que estén más listos. Apoyar mejoras. Construir redes entre ellos. Articularlos en un plan piloto que luego sea escalado.