Japón está tratando de hacer gastar a sus consumidores

La sensación de una economía que repunta le da impulso a unos compradores ya famosos desde los años 80 por su derroche

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Tokio

Daisuke Horii recién cobró su bonificación de verano. Fue apenas ligeramente mayor que la del año pasado, pero suficiente para llevar al empleado de un centro comercial de 34 años de edad al distrito de la electrónica de Tokio a buscar algunas bocinas de alta calidad.

“Las cosas en general lucen más brillantes, ¿no?”, dijo Horii, mientras analizaba y descartaba alternativas más baratas en la bulliciosa tienda de electrónica Yodobashi Camera. Las Bose en las que tenía puesto el ojo, que conectaría a su televisor, costaban alrededor de $400.

“Realmente no las necesito, pero las quiero”, dijo. “Una buena economía significa que se pueden comprar las cosas que no se necesitan realmente”.

La apuesta del Primer Ministro Shinzo Abe para revivir la economía desinflada de Japón depende de que consumidores como Horii comiencen a sentir el impulso suficiente para empezar a derrochar en las cosas más finas de la vida.

Una amplia recuperación en el gasto de consumo ha sido el eslabón más débil en la “Abenomía”, la audaz estrategia de estímulo económico que Abe ha promovido desde que asumió el poder a fines de diciembre.

La Abenomía ya ha producido grandes aumentos en las utilidades para los exportadores de la nación, gracias a un yen debilitado por las políticas agresivas de Abe.

Encontró un espíritu gemelo en Haruhijo Kuroda, el nuevo gobernador del Banco de Japón, quien ha comprometido al banco central a relajar la oferta de dinero e inflar de nuevo a la economía. Los mercados accionarios se han recuperado, conforme los inversionistas extranjeros regresaban a un país que habían casi eludido por su estancamiento al parecer a toda prueba.

Las cifras recientemente divulgadas por el gobierno ofrecen más pruebas de la recuperación corporativa de Japón. La producción industrial se elevó en un vigoroso 2% en mayo respecto del mes anterior.

Revertir un deslizamiento de 15 años en los precios, al cual Abe ha señalado como la causa y el síntoma de las utilidades, los salarios y el consumo menguantes, es más difícil. Para que las compañías se sientan lo suficientemente confiadas para empezar a elevar los precios, los consumidores de Japón tienen que empezar a gastar de nuevo, y los datos que confirman esa tendencia siguen siendo confusos.

Las cifras separadas dadas a conocer recientemente mostraron que el gasto familiar cayó 1,6% en mayo respecto de un año antes, confundiendo a las expectativas de los economistas de un aumento de 1,3%.

Sin embargo, por primera vez en siete meses, los precios al consumidor de Japón en mayo no cayeron en comparación con el año anterior, permaneciendo uniformes durante ese mes después de caer 0,4% el mes anterior.

“Nos sentimos cómodos con nuestra opinión de que la tendencia al alza en el consumo continúa”, dijo Masamichi Adachi, un economista basado en Tokio de JPMorgan Securities Japan. “Un esperado aumento en las bonificaciones de verano, pagadas en junio y julio, y el mejoramiento en el sentimiento general son las razones principales”, dijo.

Hay algunos signos de que, después de años de escatimar hasta el último centavo, el gasto conspicuo está en ascenso de nuevo en Japón. Pero, por ahora, está empezando en el nivel superior, entre los financieros, los profesionales y otros japoneses ricos que se han beneficiado de las recientes ganancias en el mercado accionario.

Las ventas de autos Ferrari en Japón han aumentado casi 20% en lo que va del año, demuestran las cifras de la Asociación de Importadores de Automóviles de Japón, gracias a esta recién descubierta exuberancia entre los ricos de la nación.

“Hemos visto a la confianza empezar a estallar en los últimos meses”, dijo Herbert Appleroth, director ejecutivo de Ferrari Japan. “Estamos viendo uno de los crecimientos más altos del mundo aquí”.

Cansados de lo barato

En la tienda departamental Hankyu Umeda en Osaka, las ventas de relojes de lujo, joyería y otros artículos de lujo están aumentando, lo cual elevó las ventas en general en mayo en 63% comparado con el año anterior, el sexto mes consecutivo de incrementos de dos dígitos.

“Los compradores japoneses están cansados de lo barato”, dijo Keiji Uchiyama, gerente de la tienda de pisos de mármol, que rebosa de fragancias importadas, mostachones color pastel y elegantes bolsos de diseñador. “Han escatimado por demasiado tiempo, pero ahora están hartos”, dijo.

Nobuko Kido, de 61 años de edad, e Ikuko Hatanaka, de 60, ambas amas de casa de tiempo completo, dijeron que la reciente cobertura positiva de los medios sobre la economía les hizo sentirse menos culpables de derrochar en el tienda departamental. Kido acababa de gastar 60,000 yenes ($612) en un pequeño bolso de la casa de moda de lujo italiana Etro.

“Existe la sensación de que la economía finalmente está repuntando”, dijo Kido, cuyo esposo es ejecutivo de una compañía comercial. “O quizá es sólo una excusa que le daré a mi esposo”.

Es una asombrosa recuperación para los consumidores de Japón, conocidos por su gasto derrochador en los años de la burbuja de los 80. Pero los consumidores japoneses se apoltronaron en los 90 y en esta década conforme se adaptaban a una economía deflacionaria y a las expectativas funestas para el crecimiento futuro.

Algunos clientes de las tiendas departamentales como Hankyu Umeda, alguna vez el epítome del lujo y el buen vivir, abandonaron sus refinadas boutiques y se dirigieron a las tiendas de descuento.

Conforme la deflación se atrincheraba, los consumidores se adaptaron en consecuencia. En vez de derrochar en una botella de fragancia Chanel, empezaron a comprar perfumes por onza a vendedores en línea.

Las compañías se adaptaron y los jeans de diseñador dieron paso a los jeans sin detalles que se vendían en $10 en vez de $100. Los consumidores comenzaron a visitar a las ubicuas tiendas de 100 yenes de Japón, las tiendas de descuento Don Quijote o incluso las tiendas de mercancía reciclada Hard-Off.

Los consumidores se acostumbraron a suponer que entre más tiempo esperaran, más baratos se volvían los productos. Y refrenaban su gasto. Eso condujo a una demanda incluso menor y más años de deflación.

El desafío para Abe ha sido revertir esas expectativas atrincheradas. Por ahora, le ha ayudado un yen débil, que infla el precio de los productos importados. Y el entusiasmo por los signos de vida en el mercado accionario, así como por las expectativas de una recuperación, está elevando la moral.

Economistas dicen que mucho depende de cuánto de las utilidades corporativas eventualmente encuentre su camino hasta los consumidores en forma de salarios más altos y mejores oportunidades de empleo.

Los datos laborales recientemente dados a conocer, sin embargo, mostraron que la tasa de desempleo oficial del país en abril no cambió, manteniéndose en 4,1%.

“A menos que veamos una mejoría en la brecha de la demanda, las compañías no van a cambiar sus hábitos de precios o de salarios”, escribieron en una nota Ryutaro Kono y Azusa Kto, economistas de BNP Paribas en Tokio.

Hay un gran riesgo en la estrategia re-inflarionaria. Si los precios comienzan a subir meramente en base al yen más débil sin aumentos salariales, las familias pudieran sentir el efecto. “Luego pudiera haber una fuerte reacción negativa”, escribieron los dos economistas.

Para los japoneses más jóvenes, vivir frugalmente se ha vuelto una forma de vida. Shinsuke Nagata de 34 años de edad, y su novia, Yoko Sutani, de 29, llegaron a comprar en Hankyu Umeda, pero terminaron comprando sólo cafés de $4 en un puesto en el atrio de la tienda.

“Todo esto de la Abenomía realmente no aplica a nosotros todavía. Con suerte no se detendrá sólo en la gente rica”, dijo Nagata, que es un diseñador gráfico independiente.

“Yo no compraría ropa aquí. Es demasiado cara. Regularmente voy a Uniqlo”, dijo Sutani, instructora de yoga, refiriéndose a la cadena de tiendas de ropa poco costosa.

Algunos minoristas parecen atrapados entre si dar servicio a las Kido de Japón, dispuestas a gastar un poco extra, o los Nagata, que aún escatiman los centavos.

Kozo Sushi, una cadena nacional de sushi para llevar, dijo recientemente que estaba reduciendo los precios en el extremo más barato de su menú a 399 yenes ($4), pero añadiría un nuevo platillo superpremium, que cuesta 1,189 yenes ($12) y viene con más exquisiteces.

“La Abenomía está beneficiando sólo a los pocos afortunados, de manera que no queremos que nadie se sienta excluido”, dijo Akira Tashima, un vocero de Kozo Sushi. “Si usted es uno de los afortunados, tenemos cangrejo para usted. Si necesita ahorrar, también tenemos atún”.