Competencia perfecta: Agenda de reactivación

la mejora regulatoria y una mayor inversión pública, por ejemplo, pueden ser acciones que contribuyan a enfrentar algunas de las causas del estancamiento, pero difícilmente pueden visualizarse como las principales herramientas

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El lento crecimiento de la economía costarricense genera, cada día, más inquietud y preocupación. Diferentes sectores han levantado, con mayor intensidad, sus voces demandando acciones que se ocupen de enfrentar esta situación.

Sin embargo, las soluciones que se proponen –tanto desde los sectores productivos como desde la esfera pública– no parecen comprender, plenamente, la naturaleza de los problemas.

Más allá de los ciclos económicos y de las fluctuaciones crediticias hay causas estructurales a las que se les suele prestar poca atención, por ejemplo y sin ser exhaustivo: la baja productividad, la escasa vinculación entre las actividades dinámicas vinculadas con la demanda externa y otros sectores de la economía, las limitaciones de acceso al financiamiento, la poca competencia en los mercados, las debilidades del sistema educativo y la inequidad y exclusión sociales.

Ante la complejidad de la situación, la mejora regulatoria y una mayor inversión pública, por ejemplo, pueden ser acciones que contribuyan a enfrentar algunas de las causas del estancamiento, pero difícilmente pueden visualizarse como las principales herramientas de una agenda de reactivación que permita elevar el crecimiento potencial de la economía.

Las políticas públicas para ocuparse de este problema requieren, primero, una buena dosis de creatividad y disrupción y, sobre todo, un compromiso con el diseño de intervenciones en los mercados que generen incentivos apropiados y las menores distorsiones posibles.

De los actores políticos y sociales, una agenda creíble y efectiva de reactivación económica demanda, por una parte, paciencia y visión de largo alcance: la implementación y los efectos de las medidas que deberán adoptarse tomarán tiempo en percibirse. Pero, sobre todo, la disposición de construir acuerdos que permitan superar las negociaciones sobre mínimos comunes a los que la polarización y los desencuentros nos tienen acostumbrados.

Si existe una coincidencia casi unánime en la gravedad del problema, se cuenta con buenos diagnósticos acerca de su origen y, además, sus consecuencias las sufre la población de manera casi generalizada, sería realmente triste que lo único que pueda explicar la ausencia de una verdadera agenda de reactivación sea la incapacidad de los actores sociales de comprometerse con un conjunto de políticas que superen el horizonte de una administración y capaces de articular una estrategia amplia para enfrentarlo.